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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Fue el doctor a visitarla, preguntó cuanto creyó conveniente, hizo los reconocimientos propios del caso, infundió ánimo en el abatido espíritu de aquella señora, que además de joven era hermosa, y luego, llegada la noche, y en vista de las reiteradas súplicas que Molínez le hizo para saber el verdadero estado de su mujer, le habló de este modo mientras paseaban por el jardín del balneario.
Le alentaba esto, pero al mismo tiempo miraba en ello cierta dolorosa humillación ¡Valor! Ayúdate que Dios te ayudará. Dejóme triste y abatido la conversación de Andrés. La generosidad de aquel servidor, fiel en todo tiempo a sus amos, me llenó de admiración.
Le encontró muy pálido y abatido; comprendió lo que el infeliz había pasado en aquellos días, y necesitó todo el esfuerzo de que su alma valerosa era capaz para no echarse á llorar como una tonta en presencia de aquellas tres rígidas damas y del furibundo Coletilla. Ya estas señoras saben lo que has hecho al llegar á Madrid dijo Elías á su sobrino con mucha severidad.
D. Casiano, que estaba en pie, se dejó caer sobre el asiento turbado y abatido. Serénese usted, D. Félix... Serénese usted y hablemos en razón articuló trabajosamente. ¡Estoy sereno! ¡perfectamente sereno!... ¿Cuándo me ha visto usted perder la serenidad? vociferó el capitán echando espumarajos por la boca.
Tuve que detenerme para respirar y un momento después Henzar torció rápidamente a la derecha y desapareció. Creí que todo había terminado y me dejé caer abatido sobre la hierba. Pero eché a correr de nuevo en seguida, porque oí salir del bosque el grito de una mujer.
Un médico, que por casualidad había entre los circunstantes, les hizo la primera cura provisional con los pocos elementos de que pudo disponer. El conde sonreía mientras le curaban. El inglés se había abatido como un buey, vomitando. No tardó aquél en hacer lo mismo. A ambos se les subió a los cuartos que el establecimiento tiene, y se los acostó.
Recordó que su hermana vivía en Ateca con su familia, y formó su plan. Escribió dos letras y algunos días después Clara entraba en el pueblo con el corazón rebosando de alegría. Benéfica reacción se verificó en su salud, y su espíritu, tanto tiempo abatido por el fastidio y el encierro, se reanimó con el pleno goce de la Naturaleza y el trato de personas alegres que la atendían y la amaban.
Mi salida de la casa de Castro Pérez, salida que además de enojosa me pareció ofensiva para mi buen nombre, me puso abatido y desalentado. Todos aquéllos que me veían en la calle, sin ocupación ni empleo, y que antes me vieron en el despacho del abogado, pensarían, sin duda, que Castro Pérez me había despedido por algo vergonzoso. Dime a cavilar en esto, y me resolví a no salir de casa.
Tiago estaba muy abatido, fué admitido en calidad de criado, sin sueldo por supuesto, permitiéndole en cambio estudiar, cuando quisiera, en S. Juan de Letran. Sucio, mal vestido y por todo calzado un par de zuecos, al cabo de algunos meses de estar en Manila, ingresó en el primer año de latin.
Lo cierto es que el marqués de Peñalta, de aquel modo extendido con los ojos cerrados, no parecía despierto y ofrecía un semblante tan pálido, tan ojeroso, tan abatido, que inspiraba lástima. En el espacio de algunos minutos se pueden soñar muchas y diversas cosas. Todos han experimentado este fenómeno.
Palabra del Dia
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