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Actualizado: 14 de junio de 2025
»Sí, Antoñita; quiero que usted me perdone, y para ello debo confiarle mi suerte, someterme a sus generosas inspiraciones, y poner en sus manos este pobre corazón abatido por el infortunio, lacerado por la pena. »Amaury.» Ya me explico su deseo: Antoñita le ha dicho que estoy enfermo y él ha querido examinarme. »Pero yo, sospechando la verdad, me he negado a recibirle.
Diles: He aquí que el rey de Babilonia vino a Jerusalén, y tomó tu rey y sus príncipes, y los llevó consigo a Babilonia. 13 Tomó también de la simiente del reino, e hizo con él alianza, y le trajo a juramento; y tomó los fuertes de la tierra, 14 Para que el Reino fuese abatido y no se levantase, sino que guardase su alianza y estuviese en ella.
Martín había exagerado cuando le anunciaba, con lágrimas en los ojos, la aparición de un ser miserable y abatido.
Bueno, éste es mi camino dijo Bryce, sin que lo sorprendiera ver que Godfrey estaba bastante abatido . Bueno, me despido haciendo votos porque pueda traeros mejores noticias otra vez. Godfrey puso su caballo al paso. Se imaginaba la escena en que tendría que confesárselo todo a su padre, escena que comprendía era ya inevitable.
Ricardo no tenía por qué irritarse ante semejante idea. Pero lo cierto es que se irritó, y no poco. Procuró rechazarla como un absurdo y no logró más que hacerse cargo de que no sólo no sería absurdo, pero que ni aun tendría nada de particular. Abatido como se hallaba, la irritación cedió muy pronto lugar a la tristeza, una tristeza profunda y desconsoladora.
Y Muñoz, tras la actitud altiva y seria del semblante, se sentía humillado, abatido, incapaz de afrontarla. No sabes, Charito, continuó Adriana, cuántas ideas pesimistas han pasado por mi cabeza, en estos días... Me puse a reflexionar en la dicha, en la tontera de la vida, en esta ternura que se tiene en el corazón para no sé qué, para nada.
Vióle con efecto en Pamplona, y le dejó camino de Tunja, á donde se dirigia para dar cuenta de su conducta al gobierno general, con ánimo tranquilo y lleno como siempre de su franca lealtad y de su nunca abatido entusiasmo.
Tan triste y abatido le dejó el relato, que para confortarse un poco bebió contra su costumbre, y le hizo daño. Entre el excusador y Celesto le llevaron a casa. Por la mañana al despertarse no recordaba nada de lo que había pasado en la taberna. Pero sí recordó con terrible claridad la situación en que sus imprudentes galanteos habían colocado a la pobre Rosa.
Y despues de todo ¿quién es Victor Hugo? ¿Es comparable acaso con nuestros modernos...? Pero la llegada de Makaraig con aire abatido y una sonrisa amarga en los labios cortó la peroracion del orador. Makaraig tenía en las manos un papel que entregó á Sandoval sin decir una palabra. Sandoval leyó: «Pichona: Tu carta ha llegado tarde; he presentado ya mi dictamen y ha sido aprobado.
La tristeza le tenía dominado y abatido de tal suerte, que apenas despegaba los labios; pasaba las horas componiendo una gran misa de requiem que contaba se tocase por la caridad del párroco en obsequio del alma de su difunto padre; y ya que no podía decirse que tenía los cinco sentidos puestos en su obra, porque carecía de uno, sí diremos que se entregaba a ella con alma y vida.
Palabra del Dia
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