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Recorté los sueltos más calurosos y los guardé en un sobre para dárselos a Gloria aquella noche. ¡Qué ajeno estaba, cuando los metía en el bolsillo, de lo que iba a suceder! Durante el almuerzo, la conversación, claro está, versó sobre la velada.

Pero aquí su vanidad puede traer consecuencias muy desagradables para ... y para todos. Bueno que cada día se ponga un traje distinto, pensando que el Duque se va a fijar en ellos. Pase que se recorte las uñas en triángulo, y se colorete, y se descote, y hable de los cuadros de Meissonier, sin haberlos visto, y haga otra porción de cursilerías por el estilo.

Doña Pepa había muerto, y Labarta, sacudiendo la modorra lacrimosa de su abatimiento, la despedía con un largo cántico. Ulises pasó los ojos por el recorte de periódico que iba dentro de la carta conteniendo los últimos versos del poeta. Eran versos en castellano. ¡Malo!... Después de esto, resultaba indudable su próximo fin. No tuvo ocasión de verle otra vez: murió estando él de viaje.

Luego, y de pronto, se forma sobre el contorno un pequeño recorte oscuro que invade poco á poco la parte luminosa del disco; pero este recorte dista mucho de ser tan marcado como el de los eclipses solares.

El toro volvió a embestir y el joven lo esquivó segunda vez, con un recorte a la izquierda, siguiendo del mismo modo hasta llegar cerca de la barrera.

Un Gobernadorcillo de Manila para uno de provincias, es una especie de amo y se da por satisfecho con solo ponérsele en parangón, siquiera sea ante el recorte de dos varas de faldones. El Bazar Oriental y el almacén del Vivac indispensablemente son visitados.

Al cabo de algún tiempo recibí carta suya y un recorte de periódico, en donde se contaba la muerte de Ugarte en una venta próxima a Wexford, llamada el Reposo del Cazador. El muerto aparecía con el nombre de Juan de Aguirre, y yo, de quien se ignoraba el paradero, como Tristán de Ugarte.

Ahora la máquina hace eso. Ponen el recorte de figura de espumadera en uno como yunque, que por la cabeza, donde cae lo redondo, está vacío: de arriba baja con fuerza el mortero, que tiene por debajo un huevo de hierro, y mete lo redondo del recorte en lo hueco del yunque. Ya está la cuchara.

Egoísmo puro y rebeldías insanas del amor propio contrariado; y como siempre que un hombre, por corrido que sea, se halla en estas situaciones de ánimo, lo primero que pierde es el sentido común, barruntando yo que iba a cometer allí alguna majadería gorda si me dejaba dominar un poquito más del prurito que empezaba a consumirse, di un recorte a la conversación que seguía maquinalmente, y por terminada la visita, con la promesa formal, ¡vaya si lo era! de repetirla a menudo.