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Aun cuando en el acto de recordarlos tengamos otros actos semejantes, estos no son los mismos; pues en la idea de recuerdo entra siempre la de tiempo pasado. Luego, de ellos no puede haber mas certeza que por el enlace que tienen con el acto presente, por su correspondencia con la idea que nos los ofrece.

Cosa rara, Juan Claudio; a medida que el loco hablaba, me parecía que volvía a ver aquellos países de otro tiempo y recordarlos como si fuesen sueños... Yo había soltado la rueca, y el viejo Duchêne, Robin, Juana, todo el mundo, en fin, escuchaba. «, hace mucho tiempo añadió el loco . En aquella época ya construíais vosotros estas grandes chimeneas, y por todo alrededor, a doscientos o trescientos pasos, levantabais estacadas de quince pies de alto con las puntas endurecidas por el fuego.

La sociedad va uniformando la vida, las ideas, las aspiraciones de todos. Yo, en cierta época de mi existencia, he pasado por algunos momentos difíciles, y el recordarlos, sin duda, despertó en la gana de escribir. El ver mis recuerdos fijados en el papel me daba la impresión de hallarse escritos por otro, y este desdoblamiento de mi persona en narrador y lector me indujo a continuar.

Siento no poder dar a mis amigos una muestra de aquella literatura, porque ni se imprimieron ni puedo recordarlos; pero si no la forma, tengo presente el sentido, que se reducía a encomiar la necesidad de que todo el mundo se vistiera a la antigua, único modo de resucitar el ya muerto y enterrado heroísmo de los antiguos tiempos.

¿Cuáles son esos motivos admitidos? suspiró la Sarcicourt, ¿es indiscreto preguntarlo? De ningún modo, querida amiga dijo la abuela, ya en pleno buen humor. El padre Tomás, explicando este asunto a mi nieta, los enumeró bastante sumariamente. Voy a tratar de recordarlos para complacer a usted, aunque estoy muy cansada. No se tome usted esa molestia, señora interrumpió la Fontane.

, repuso sencillamente sufrimos un poco... ¡Ya ve! se rió Zapiola despidiéndose. Yo en lugar suyo volvería al salón. Me quedé solo. El pensamiento de Elena volvió otra vez; pero en medio de mi disgusto me acordaba a cada instante de la impresión que recibió Zapiola al ver por primera vez los ojos de María. Y yo no hacía sino recordarlos.

Bebíase gran copia de vasos de agua; soñábanse cincuenta mil disparates, que al recordarlos por la mañana hacían sonreír con enternecimiento a los honrados moradores, y más de uno y más de dos atraparon una fluxión de pecho por habérseles caído la ropa de la cama.