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Tan ultrajados hemos vivido los cubanos, que en es locura el deseo, y roca la determinación de ver guiadas las cosas de mi tierra de manera que se respete como a persona sagrada la persona de cada cubano, y se reconozca que en las cosas del país no hay más voluntad que la que exprese el país, ni ha de pensarse en más interés que en el suyo». Una noche de conmemoración gloriosa, en ese tiempo, al ir a ocupar Martí la tribuna, el auditorio pidió con marcadas muestras de hostilidad, que hablara otro antes que él, otro que era patriota.

Que antes de tener conciencia de propio, el yo no existe como objeto de su reflexion, es una verdad palpable; antes de pensarse á mismo no se piensa á mismo; ¿quién lo duda? pero la dificultad está en si el yo es algo, independientemente de su propia reflexion, ó de su objetividad para mismo; esto es, si en el yo se encuentra algo mas que el ser pensado por mismo.

Perplejo más y más se encontraba Cervantes, que en aquella ocasión no imaginada, ni él se atrevía a ponerse ante doña Guiomar, ni podía hacerlo, ni había para qué hacerlo; que lo hecho hecho estaba, ni otro medio encontraba que casarse con Margarita, y por esto su vista con doña Guiomar no sólo no podía ser, sino que ni aun debía pensarse en ello.

Pues bien, repentinamente, cuando menos podía pensarse, el conde cometía el absurdo de alzarse distraídamente de la silla, bostezar y marcharse a hacer solitarios a un rincón de la mesa. Por su parte Fernanda caía en idénticas flaquezas, poniéndose a charlar animadamente con el chico del regente de la audiencia sin dirigir una mirada a su novio.

Se le estaba bañando unos días en agua fría; de pronto venía la orden de que se usase el agua caliente. Se le estaba fajando con una docena de vueltas; cuando menos podía pensarse quedaba proscrita la faja. Mamaba el infante cada dos horas; pues bien, un día cambiaba radicalmente el sistema y se le dejaba mamar en cuanto llorase.

El viejo Duchêne se arrojó sobre el loco para estrangularlo; pero éste, más fuerte de lo que podía pensarse, lo rechazó, y, alzando el palo con furia, nos dijo: «¡De rodillas, esclavos, de rodillas! Mis ejércitos avanzan... ¿Oís?... La tierra tiembla. Estos castillos, el Nideck, el Haut-Barr, el Dagsberg, el Turkestein, tenéis que reedificarlos... ¡De rodillas

Las ideas insertas en esta obra, son tan singulares y opuestas á cuanto pudiera esperarse del fundador y primer maestro del drama moderno, que han movido á algunos á imaginar que Lope se propuso «burlarse de sus adversarios con el achaque de burlarse de propiopero, en esta hipótesi, sería su obra lo más inútil, defectuosa y falta de ingenio que pudiera pensarse, bastando, á nuestro juicio, leerla sin prevención para convencerse de la futilidad de semejante aserto.

De ese modo, redimió todo lo que pudiera pensarse que hubo de sombrío en su obra, aceptando para él, espontáneamente, la parte más sombría. Ya antes había hecho un sacrificio prolongado, que no había sido cruento, pero que había sido tan duro, por lo menos, como aquel que hiciera en el momento de morir. Como dije antes, todos los halagos de la existencia fueron cosas por él renunciadas.

Reyles, recién inventado, por cuya estupenda virtud se hace sentir por medio del libro, lo que no puede sentirse en la vida sin grandes dolores, lo que no puede pensarse sino viviendo, sufriendo, y quemándose las cejas sobre los áridos textos de los psicólogos. Esta afirmación del Sr.

Crucita opinó que no debía pensarse ya en que aquel endiablado hombre viniese; los chicos mayores se ofrecieron a salir y recorrer toda la Península para buscarle, y D. Benigno propuso que se fueran todos a los Cigarrales donde le aguardarían más tranquilos, libres de la zozobra que embargaba el espíritu de todos en la Corte y Villa.