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No, señor... el baúl, donde viene la ropa blanca.... No pude mudarme. Artegui se levantó. ¿Por qué no lo dijo usted antes?, ¡justamente estamos en el pueblo donde se equipan las novias españolas! Vuelvo pronto. Pero.... ¿adónde va usted? A traerla a usted un par de mudas.... Debe usted de estar en un potro con esa ropa. ¡Señor de Artegui, por Dios!, yo abuso de usted; aguarde....

Vengo de casa la marquesita del Peñol, hasta ahora ha durado el baile; Francisco se ha ido a casa con los seis dominós que he llevado esta noche para mudarme. ¿Seis no más? No más. No se me hacen muchos. Tenía que engañar a seis personas. ¿Engañar? Mal hecho. Querido tío, usted es muy antiguo. Gracias, sobrino, adelante. Tío mío, tengo que pedirle a usted un gran favor.

No si os diga, señores, lo que es forzoso deciros: un cierto espíritu se entró entonces en mi pecho, que, sin mudarme el ser, me pareció que le tenía más que de hombre, y así, levantándome en pie sobre la barca, hice que la rodeasen todas las demás y estuviesen atentos a éstas o otras semejantes razones que les dije: "La baja fortuna jamás se enmendó con la ociosidad ni con la pereza; en los ánimos encogidos nunca tuvo lugar la buena dicha; nosotros mismos nos fabricamos nuestra ventura, y no hay alma que no sea capaz de levantarse a su asiento; los cobardes, aunque nazcan ricos, siempre son pobres, como los avaros mendigos.

Ya la comedia es un mapa, Donde no un dedo distante Verás á Londres y á Roma, A Valladolid y á Gante. Muy poco importa al oyente, Que yo en un punto me pase Desde Alemania á Guinea, Sin del teatro mudarme. El pensamiento es ligero; Bien pueden acompañarme Con él, do quiera que fuere, Sin perderme ni cansarmeBuen talle no le perdono, Si es que ha de hacer los galanes: No afectado en ademanes.

-Ahora -dijo don Quijote- has dado, Sancho, en el punto que puede y debe mudarme de mi ya determinado intento. Yo no puedo ni debo sacar la espada, como otras veces muchas te he dicho, contra quien no fuere armado caballero. A ti, Sancho, toca, si quieres tomar la venganza del agravio que a tu rucio se le ha hecho, que yo desde aquí te ayudaré con voces y advertimientos saludables.

Así es que resolví mudarme... Quince años había estado allí en aquel zaguán, y me entristecía el tener que marcharme a otro lado; pero era preciso, porque yo estaba ya un poco enfermo con la humedad... Sin embargo, estuve buscando unos días algún sitio a propósito y no lo encontré.