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Bien conocemos la falsedad de este estilo mixto y los inconvenientes del sistema de decoracion por hiladas horizontales cuando se usa en grande escala en los templos ojivales; pero tiene un no qué indefinible que seduce aquella especie de juguete arquitectónico, en aquel solitario recinto arruinado, donde el solemne murmullo del rio quebrado en la presa de Martós parece arrullar el eterno y feliz sueño de los dos hermanos mártires. ¿Será quizá porque el santo espíritu de paz y concordia del cristianismo se halla como simbolizado en la union de todos los estilos pasados?

No tomamos el camino real desde Bailén a Córdoba por no tropezar con la retaguardia del general Dupont, o con los muchos destacamentos que había dejado en todos los pueblos, y en vez de las diez y ocho leguas y media de que consta aquella vía, tuvimos que andar unas veinticuatro, pues en nuestro rodeo fuimos a Menjíbar; desde allí, por Torre Jimeno, siguiendo un detestable camino de herradura, pasamos a Martos, y de Martos, por Alcaudete y Baena, fuimos a buscar en Castro del Río la margen derecha del Guadajoz, que nos condujo a las inmediaciones da Córdoba.

Llegué á Iliturgis; y no me referísteis en aquellas tristes ruinas sino hechos sangrientos que hicieron estremecer aun mi corazon gastado: bajé á Arjonilla, á Arjona, á Martos; y solo de vuestra boca en aquellas pequeñas y silenciosas villas infidelidades de príncipes y de caballeros, raptos, asesinatos, injusticias de reyes: recorrí Jaen, Baeza, Úbeda; y vi en todas partes junto al suntuoso palacio la mísera cabaña, el brillo de los pasados encubriendo los vicios de los presentes, el sepulcro de los que ya murieron sirviendo de escudo á los que de ellos descienden para defender contra los demas hombres el fruto de su crímen.

Tras ellas venía la condesa Trifaldi, a quien traía de la mano el escudero Trifaldín de la Blanca Barba, vestida de finísima y negra bayeta por frisar, que, a venir frisada, descubriera cada grano del grandor de un garbanzo de los buenos de Martos.

Señor de Martos, señor de Figueras, señor de Pi... a cuenta que ahora no conocen a este pobrete de Izquierdo, porque lo ven maltrajeao... pero antes, cuando Izquierdo tenía por las afloencias de la Inclusa y cuando Bicerra le venía a ver pal cuento de echarnos a la calle, entonces... ¡Hostia! Hamos venido a menos.

Aunaba, al candor de Carlos Dickens, la precisión de Víctor Hugo. Odiaba el estilo misoneico y la poesía macróstica. Admiraba más a Martos que a Castelar. Para sus compañeros y admiradores era inofensivo como la malva; para sus enemigos, venenoso como el quedec. Polígloto, enciclopédico, polílogo.

Y yo digo que es menester acantonar a Madriz, pegarte fuego a las Cortes, al Palacio Real, y a lo judíos ministerios, al Monte de Piedad, al cuartel de la Guardia Cevil y al Dipósito de las Aguas, y luego hacer un racimo de horca con Castelar, Pi, Figueras, Martos, Bicerra y los demás, por moderaos, por moderaos...». vi

La puerta de Martos está abierta á los terribles almogávares y á la caballería de Tafor; Colodro y Baños con sus compañeros dominan las torres de aquella parte; los cautivos levantan hácia ellos los brazos aun agoviados por las esposas; los moros muestran en sus semblantes el pavor que hiela sus corazones, refúgianse tumultuando en la Almedina, y obligando á tomar las armas á todos, ancianos, mozos y niños, se aprestan á la defensa.