United States or Ukraine ? Vote for the TOP Country of the Week !


Los caracteres son á su vez abandonados y se adopta el alfabeto de las lénguas latinas. Esto, que á primera vista parece muy lógico y muy cierto, no es sinembargo la verdad. No deben admitirse mas que la primera y la tercera época, porqué la segunda no ha sido mas que imaginaria.

Pero por más esfuerzos que hago, no acierto a revestir de una forma imaginaria ese concepto supremo, objeto de un afecto superiorísimo, para que luche con la imagen, con el recuerdo de la beldad caduca y efímera que de continuo me atosiga.

Esta obra tiene igual valor, ya se la considere como la expresión del espíritu de tiempos pasados, ó por su mérito poético. La idea imaginaria, que le sirve de fundamento, se desenvuelve en rasgos grandiosos; pero el sentimiento religioso del poeta, en otros dramas suyos tan pura y genuinamente cristiano, aparece en éste extraviado singularmente por la superstición y el fanatismo.

Hasta se ha establecido una oposición imaginaria, absurda, entre el pretendido materialismo antiguo y los artistas cristianos del Renacimiento; y éstos se arrodillaron, sin embargo, ante el divino arte pagano, y los más grandes aspiraron, de la noción helénica, la divina placidez que había de irradiar en sus Vírgenes y en sus ángeles de amor; pero abrumados por la oscuridad de los siglos anteriores, hicieron el milagro sin llegar nunca a la suprema delicadeza que es el triunfo del arte antiguo y que lo pone en armonía con el movimiento de las esferas.

Á esta representacion imaginaria se puede comparar el conocimiento discursivo, por el cual no vemos el objeto en mismo, sino que lo construimos en cierto modo con el conjunto de ideas que por medio del discurso hemos enlazado, formando de ellos el concepto total representante del objeto.

Al dar la una en el reloj del despacho, don Juan sale de su casa llevando el corazón henchido de amor, el ánimo resuelto a todo y los bolsillos repletos de dinero. ¿Qué más necesita el hombre a quien aguarda una mujer? Capítulo XXIII Concluye ésta, entre verídica o imaginaria historia, con el raro ejemplo de una mujer que todo lo pospone al deseo de ser amada

Temía sobre todo que si rompía sus relaciones devotas con él, volviese una reacción de lástima, arrepentimiento y piedad imaginaria que la arrastrase a otra locura como la del viernes Santo.

El divertido Jacobo Polibión, que a la salida había empezado la parodia de una marcha fúnebre, moviendo los dedos sobre una flauta imaginaria, desistió de proseguirla, por no hallar una acogida favorable, tal vez por faltarle la aptitud del verdadero humorista, que sabe divertirse con su propia gracia y humor.

En viendo a Rocchio, cualquiera se imaginaría que a aquel corpachón de elefante, correspondía un carácter de avasalladora energía, y que, si aquellos puños de gladiador, eran manejados por un genio violento e irascible, el acceso a la temible fiera era tan difícil como peligroso.

Este se hizo el desentendido, aprovechó aquella nueva necedad de la niña para ganar al padre cuanto antes, y como no vio ningún peligro para nadie en la pasión imaginaria de la americanilla antojadiza, no la apartó de su lado, como había hecho con otras mujeres menos tímidas y más temibles para la carne.