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Creí pillarle en lo que llaman el «Palacio de Cristal», un chamizo donde se juntan los golfos con todos los plumeros y pericos que esperan a los soldados cerca de los cuarteles... Tampoco le vi... Y anoche, hablando en los Cuatro Caminos con un chico de Zamora que sirvió conmigo y está en Orden público, supe el paradero del granuja.

Todas las mañanas iba a Madrid a la busca; al volver a su chamizo de las Carolinas, se pasaba las horas escogiendo su carga y la de la vecina, y después armaba fiesta en la taberna hasta la madrugada, y cuando estaba en su punto se ponía en cueros, sin miedo al frío, para que chillasen escandalizadas las mozas del barrio y rieran los camaradas. Nunca había estado enfermo. Yo no duermo.

La luz vacilante del hogar que se extinguía iluminaba únicamente con su rojiza claridad el interior de aquel chamizo; y destacándose en el fondo la cabeza disforme del idiota que dormitaba agazapado en un rincón, resultaba verdaderamente espantosa. De Ivona no se veía más que su manta negra y sus largos cabellos grises; en el exterior mugía la tempestad.

Casi á mediados del siglo XVI, la secta de los alumbrados, de la que fueron fundadores dos sacerdotes, Chamizo y Alvarez, en unión de otros varios presbíteros más, apareció en Sevilla, siendo su propagación rapidísima; y como quiera que la Inquisición anduvo algo tardía en intervenir en el asunto, cundió de tal modo, que beatas, frailes, clérigos y personas relacionadas con el elemento eclesiástico, se infestaron á cientos de la doctrina.

Y dirigiendo casualmente la mirada hacia la aldea, que se hallaba sólo a dos tiros de carabina, vio a algunas mujeres barrer delante de sus puertas y a algunos vejetes que se saludaban, mientras fumaban la primera pipa del día, junto al umbral de su chamizo.

Colocada entre dos rocas que la protegían contra los efectos del huracán, se elevaba una cabaña de miserable apariencia; pero lo que hacía verdaderamente horrible su aspecto, eran una multitud de huesos, de cadáveres de caballos y de perros, de pieles ensangrentadas y de otros despojos que anunciaban bien claramente que el propietario de aquel chamizo era desollador.