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Lo que pareció tan mal, aun á los senadores y magistrados de Holanda, que llamando á los capitanes holandeses á Amsterdam á dar razón de , les privaron y depusieron de sus oficios.

Requiérese cierto tacto para comprender el gran idioma de los mares. Uno encuentra triste el Océano cuando, desde las torres de Amsterdam, el Zuiderzée se aparece terroso y con ondas plomizas: cuando, desde los méganos de Scheveningen, divísanse desplomarse sus aguas, dispuestas á cada momento á salvar el dique.

Desde entonces, todo París tuvo para las dos hermanas los ojos del pequeño pinche de la calle Amsterdam; todo París repitió su: ¡Cáspita! bien entendido, con las variantes y modificaciones impuestas por los usos de la sociedad. Los salones de madama Scott, se hicieron inmediatamente a la moda.

»Antonia de Valgenceuse.» «15 de octubre. »Estoy ahora en Amsterdam.

Debe Vd. saber, señor, que esa mujer fué la esposa de un cierto sabio, inglés de nacimiento, pero que había habitado mucho tiempo en Amsterdam, de donde hace años pensó venir á fijar su suerte entre nosotros aquí en Massachusetts. Con este objeto envió primeramente á su esposa, quedándose él en Europa mientras arreglaba ciertos asuntos.

Los Belgas y los Holandeses tienen el buen gusto de combinar la música y los goces sociales con el interes de la ciencia, lo que hace que, como mas adelante manifestaré, aquellos jardines sean en Ambéres, Brusélas, Amsterdam, Rotterdam, etc., escenarios interesantes y agradables bajo todos aspectos.

Con esta tropa salíamos de Amsterdam en mayo, pasábamos en junio a la altura de las Canarias y cruzábamos por delante de las islas de Cabo Verde. Aquí nos deteníamos para la aguada y nos acercábamos a las costas de Africa. Solíamos ver en el viaje barcos que iban a la India, fragatas y bergantines; pero en aquella época la cordialidad marítima no era muy grande.

Así lo hizo JUAN CLERICO en muchas impugnaciones que hace de los Santos Padres, y señaladamente en la Disertacion de argumento theologico ab invidia ducto, puesta al fin de su Lógica en el tomo primero de sus obras filosóficas de la edicion de Amsterdam de 1722.

Bajo este aspecto, Francfort concurre con Lóndres, Paris, Amsterdam y Hamburgo á constituir esa irresistible soberanía que el dinero y el crédito ejercen en Europa y que se hace sentir en todas las regiones del mundo. En Francfort el tiempo ha clasificado muy distintamente las manifestaciones de la vida social.

No pudo el P. Bartolomé de Blende gozar de estas caritativas demostraciones, porque á las repetidas instancias del ilustrísimo señor D. Pedro Levanto, arzobispo de Lima, á quien en Lisboa no quisieron dejar los holandeses por ser persona de tanta distinción, fué preciso le ordenasen los Superiores fuese acompañando á su ilustrísima hasta Holanda; para lo cual, disfrazado en traje de secular porque vestido de Jesuita no le permitieron ir los holandeses, pasó á Amsterdam, no sin conocido provecho de muchos de los mismos holandeses, ocultos católicos á quienes en secreto confesó y exhortó á mantenerse constantes y firmes en la .