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Su sobrino D. Fernando Ruiz de Aguayo dotó en ella dos sacristías y seis capellanías muy cuantiosas, y tambien fué sepultado allí.

Carlos de Haro. El Conde Galzano Anguisciolo, florentino. Diego de la Cerda. Luis de Aguilar. Álvaro de Luna. Jerónimo de Sande. Juan Ortiz de Leyva. Frías. Martín Galarza. Alonso Escobar. Alonso Golfín. Bravo. Gaspar de Tapia. Juan Paulo. Pedro de Aguayo. Juan Daza. Francisco Rota. Francisco Collazos. Álvaro de Luna. Clemente, siciliano. Gabriel Girardo. Georgio, siciliano. Stefano Palavicino.

Habiéndose hallado tres niños muertos de frio en la Corredera, determinó el cabildo que se juntasen un beneficiado y el rector de cada collacion y visitasen con el jurado de la misma todos los hospitales, haciendo que en cada uno se recibiesen todos los necesitados que se pudieran. La obra pia del chantre Aguayo daba cada dia á los pobres dos fanegas de pan.

Murió por estos años D. Fernando Ruiz de Aguayo, cuya memoria es muy venerada por su gran piedad y por las fundaciones magníficas que hizo. Dotó en la capilla de S. Acacio, fundacion de su tio el obispo D. Fernando Deza, seis capellanías, de mas de 600 ducados de renta cada una, y dos sacristías, cada una de mas de 100 ducados.

También murió el Capitán Diego de Aguayo desgraciadamente de una pieza de artillería nuestra que tomó fuego de un barril que se quemó. Aquella noche se puso fuego en las dos galeras donde habían estado los turcos. Harto mejor fuera deshacerlas y aprovecharnos de la leña dellas. De ahí adelante se metió muy buena guarda en ellas, sin partir dellas de día ni noche.

Sr. D. Fernando: y siendo cierto que el dicho D. Alfon habia dado armas á los moros; y en cuanto á la prision de los canónigos que hizo el referido, era notorio, y que los tuvo presos en su villa de Cañete mas de medio año, y siendo tambien cierto que se habia apoderado de la torre de la santa iglesia tomándole al rey lo que tenia en ella, y usurpando las rentas reales que S. M. tenia en la ciudad, y echándole varias imposiciones en ella y su tierra; y siendo tambien cierto y notorio que habia quemado las casas de dicho señor obispo, y que combatió y tomó por fuerza los alcázares reales; y careciendo de toda verdad lo alegado para justificar las imposiciones echadas sobre el estado eclesiástico, como tambien el que sobre este punto se habian comprometido con la ciudad, y que las imposiciones eran contra los moros, pues antes eran en favor de ellos; y siendo cierto que el dicho D. Alfon habia sacado violentamente mucha gente de la iglesia, como que prendió dos clérigos beneficiados de ella porque llevaban las acémilas del obispo, las que le quitaron; y siendo cierto que en el mismo dia que fué electo dicho señor obispo lo robaron y asaltaron los alcázares, como tambien que dicho D. Alfon y Pedro de Aguayo lo echaron de la ciudad; denegaba su ilustrísima la apelacion interpuesta

En ella está enterrado un caballero de la familia de Aguayo y Manrique, que siendo marqués de Santaella y señor de Villaverde y los Galapagares, despreciando las vanidades y honores mundanos, se retiró al desierto y ermitas de la Sierra de Córdoba, donde vivió santamente con el nombre de Juan de Dios de S. Antonino, y murió en olor de santidad siendo allí hermano mayor, en febrero de 1788.

Continuemos la reseña de las obras interiores en el siglo XV. Capilla de la Santísima Trinidad. Se formó entre las dos capillas de S. Antonio Abad y de S. Acacio, costeándola en 1401 Fernan Ruiz de Aguayo y María García, su mujer, señores de los Galapagares.

Reunido el cabildo en Sede vacante por muerte de su obispo D. Gerónimo Manrique y Aguayo, determinó en 4 de mayo de 93 que se restaurase la torre conforme al modelo y traza que el maestro mayor de las obras, Hernan Ruiz, nieto del otro del mismo nombre, le habia presentado; para lo cual se libraron de pronto mil y quinientos ducados del caudal de las Fábricas de las iglesias.

Su sobrino el piadoso chantre D. Fernando Ruiz de Aguayo la mejoró, y trasladó á ella los cuerpos de su madre y hermanas que yacian en la capilla de las Once mil Vírgenes, dotando en febrero de 1460 doce memorias por las ánimas de su tio, de sus padres y hermanos, que se habian de cumplir sobre la sepultura de dicho señor obispo.