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Andrés Garín, uno de los testigos, el cual no se apartó de la casa en aquellos días; le administró el Viático con permiso del cura de la parroquia; asistió á la Extremaunción, y le ayudó á morir, formando convencimiento de haber finado santamente en el Señor por la piedad y devoción.

Caminó muchos días, de sol a sol, bebiendo de bruces en los arroyos y comiendo los mendrugos que le daban los labradores. Más de un compasivo caminante le ofreció llevarle en el anca de su cabalgadura; pero él sonreía santamente y marcaba en el polvo con más fuerza la huella de sus sandalias. Dormía en el corral de las ventas o al borde de los caminos, donde le tomaba la noche.

Pero ¿qué responder al señor chantre, si por acaso lee estos renglones? ¡Perdóneme el reverdecimiento extemporáneo que denotan las anteriores frases, y crea que á también se me alcanza, aunque no lo practique, que lo mejor de todo es envejecer y morir tan santamente como envejece y morirá su señoría!

Tengo salud excelente, un humor más bien alegre que melancólico, no me siento con vocación para una viudez perpetua y me pregunto algunas veces si no obraría muy santamente casándome de nuevo...

Pueden venir, y ya ve usted... qué compromiso. No me dejarán hacer mi gusto, me enfadaré, y no me moriré tan santamente... como quiero morirme. No dijo más. Plácido, acercándose a contemplarla, se asustó extraordinariamente.

En ella está enterrado un caballero de la familia de Aguayo y Manrique, que siendo marqués de Santaella y señor de Villaverde y los Galapagares, despreciando las vanidades y honores mundanos, se retiró al desierto y ermitas de la Sierra de Córdoba, donde vivió santamente con el nombre de Juan de Dios de S. Antonino, y murió en olor de santidad siendo allí hermano mayor, en febrero de 1788.

Lo que más consolaba a Fortunata era la esperanza cada día más firme, porque el capellán se lo había dicho no pocas veces en el confesonario, de que cuando se casase y viviese santamente con su marido a la sombra de las leyes divinas y humanas, le había de amar; pero no así de cualquier modo, sino con verdadero calor y arranque del alma.

Para el espíritu de la moral cristiana, el ciego ve, el sordo oye, corre el tullido, sana el enfermo, el pobre es rico, el pequeño es grande, el ignorante es sábio, el extranjero es nuestro hermano.... ¿No le parece á usted todo esto inmensamente grande? ¿No le parece á usted inmensa y providencialmente grande, inmensa y santamente providencial, providencial é inmensamente santo?

Al principio introduce cargamentos por contrabando en Córdoba; después trafica desde Córdoba con los indios, y últimamente se casa con la hija de un cacique, vive santamente con ella, se mezcla en las guerras salvajes, se habitúa a comer carne cruda y beber la sangre en la degolladera de los caballos, hasta que en cuatro años se hace un salvaje hecho y derecho.

Los dos hermanos quedaron en la habitación que servía de despacho, viendo a la pareja que paseaba por el jardín y acabó sentándose en dos sillones de junco a la sombra de un árbol. Catalina contestaba a las preguntas de su acompañante con una timidez de doncella cristiana santamente educada, adivinando el propósito oculto bajo sus palabras de vulgar galantería.