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Es probable respondió el Capitán, que se había quedado pensativo . Ese salvaje procurará jugarnos alguna mala pasada; pero estaremos sobre aviso, y al primer indicio de peligro nos refugiaremos en el junco. ¿Habrá alguna tribu por estos contornos? Creo que esta costa es demasiado estéril para alimentar a una tribu entera; pero en el interior de la península, los salvajes no deben faltar.

Ella arrastraba la cola de su elegante bata por las limpias baldosas unidas con asfalto, y él, con la mano izquierda en el bolsillo del pantalón, recogido el borde de la levita, accionaba levemente con la derecha, empuñando un junco por la mitad. A veces los ruidos del patio atraían la atención de ambos y se asomaban a la balaustrada.

El miedo los tenía cohibidos, y a no ser por la persuasión en que estaban de no ser Van-Stael hombre que pasara por movimiento mal hecho, no habrían tardado en refugiarse en el junco, abandonando el trépang que se oreaba bajo los toldos.

En el extremo opuesto, o sea cerca de Isidro, estaba de pie Manzanares al lado de un sillón de junco con almohadones bordados, en el que aparecía casi tendida una mujer rubia, con un brazo caído y un volumen en la mano.

Los dos grandes escobenes para las cadenas de las anclas que llevan a proa, y que por las pinturas que los adornan semejan ojos, dan a esas naves aspecto de monstruos marinos. El junco navegaba despacio y con grandes precauciones.

El teniente fingió no verle, mientras Lubimoff le seguía con una mirada interrogante. ¿Qué es lo que había de nuevo en este hombre? Dudó de su falta de salud, de su peligrosa situación que tanto preocupaba á los médicos. ¡Todo mentiras, para interesar á las damas! Se fijó en la firmeza arrogante de su paso, en el aire de jovenzuelo con que agitaba el junco que le servía de bastón.

Porque no quieren seguir aquí más tiempo, Capitán dijo Van-Horn . Dicen que no están dispuestos a dejarse comer por los australianos en beneficio nuestro y del armador y consignatario del junco. ¿Os subleváis, pues, por miedo?

Marqués dijo Toledo , la lady viene sola y necesita hablar con Su Alteza. Tiene algo importante que decirle. El príncipe y la enfermera ocuparon unos sillones de junco fuera de la casa, en una plazoleta rodeada de frondosos árboles. Una fuente reía bajo el desgrane de su perezoso surtidor. La luz verdosa reflejada por la arboleda hacía á lady Lewis más débil y exangüe.

El piso era de baldosín, bien lavado y frotado, sin más defensa contra el frío que dos esteritas de junco delante de los dos bancos que ocupaban los testeros principales. Dichos bancos, las sillas y un canapé de patas curvas eran piezas diferentes, y bien se conocía que todo aquel pobre menaje provenía de donativos o limosnas de esta y la otra casa.

No contestó; como si hubiera querido cortar algo hendiendo el aire hizo girar silbando alrededor de su cabeza un fino junco que llevaba en la mano. Luego, continuó fustigando en el vacío con vehemencia extrema y añadió: ¡Si pudiera leer en sus ojos un o un no!... Jamás he visto otros ni más atormentadores ni más bellos, excepto los de mis dos primas que no me dicen nada.