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Ya me dan anseo las cuestas arriba con solo mirarlas, y la mano que ayer venteaba gustosa el apero o el hacha con que yo me entretenía en la tierra de labor o en la espesura del monte, hoy me pide el paluco del tullido, como el puntal de sostén el jastial resquebrajado; y lo que es peor que todo ello, que el ánimo va cantando al son de la osamenta que se descuajaringa y no puede ya con el pellejo.

En todos los casales los conocen, y ellos conocen todas las puertas de caridad: Son siempre los mismos: El Manco de Gondar; el Tullido de Céltigos; Paula la Reina, que da de mamar a un niño; Andreíña la Sorda; Dominga de Gómez; el Manco Leonés; el Señor Cidrán el Morcego, y la Mujer del Morcego. Se oye muy lejos otra campana. Parece la Monja de Belvis. ¡Cómo la ha conocido!

Tal era la activa persecución que se le hacía, que el día 14 recibió el comandante Castillo una esquela firmada por Lacoste, en la cual le manifestaba que estaba incondicionalmente á su disposición; comisionando entonces el comandante Castillo al teniente Estévez para que fuese á buscar al "Tullido", nombre por el cual se conoce generalmente á Lacoste, al lugar en que el que trajo el papel le indicara.

Sabiendo en Santa Cruz como querian Volverse, porque el Gomez lo ha tratado, Diciendo que las aguas ya venian, Y no estaba el camino aparejado: A Diego Gomez presto le prendian Y al Audiencia le envian á recado. Don Diego no desiste del camino, Que tullido y enfermo á Mizque vino.

Los pobres franceses no dicen: deme usted una limosna por Dios; pero dicen y hacen cosas que producen idénticos resultados. Un ciego, una ciega, un manco, un tullido, va por la calle en una máquina ó sobre un animal: canta, ó refiere una historia, ó reza, ó toca un violin, un organillo ó unas chirimías, y el transeunte le socorre.

Anduve ocho días por las calles, aullando en esta forma, con voz dolorida y realzamiento de plegarias: «¡Dalde, buen cristiano, siervo del Señor, al pobre lisiado y llagado; que me veo y me deseoEsto decía los días de trabajo, pero los días de fiesta comenzaba con diferente voz, y decía: «¡Fieles cristianos y devotos del Señor! ¡Por tan alta princesa como la Reina de los Ángeles, Madre de Dios, dalde una limosna al pobre tullido y lastimado de la mano del Señor!» Y paraba un poco, que es de grande importancia, y luego añadía: «¡Un aire corrupto en hora menguada trabajando en una viña, me trabó mis miembros, que me vi sano y bueno como se ven y se vean, loado sea el Señor

Y tan pujante fué, que de camino La tierra á su diccion quedó rendida. Don Diego de esperarle ya cansado, A Santa Cruz, enfermo, se ha tornado. De manos y de pies Dios le ha tullido; Que es lástima de ver al caballero, Que aun obras naturales no ha podido Sin ayuda hacer de otro tercero.

No hay naturalidad en estas creaciones; la naturalidad con que la yerba es verde, con que el cielo es azul, con que la estrella nos envia sus luces plateadas. Noto cierto entumecimiento en este arte; es creador, infatigable, jóven; pero parece un jóven tullido; un tullido que no puede moverse sin que la paralísis le arranque un dolor y una queja.

Para el espíritu de la moral cristiana, el ciego ve, el sordo oye, corre el tullido, sana el enfermo, el pobre es rico, el pequeño es grande, el ignorante es sábio, el extranjero es nuestro hermano.... ¿No le parece á usted todo esto inmensamente grande? ¿No le parece á usted inmensa y providencialmente grande, inmensa y santamente providencial, providencial é inmensamente santo?

Segura estoy que los criados de Gregoria van a tomarme por una de estas mujeres, que piden limosna para el hijo tullido, y no me dejarán pasar... esto, si no me traen, de parte de la señora, un puñado de cobres... ¡ay, Dios mío! ¿no sería mejor volverme?