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Esto se pensaba por lo menos en las sacristías y en las redacciones de los periódicos ultramontanos, donde se le mimaba a porfía y donde había llegado a adquirir maravilloso ascendiente.

Se confiesa a menudo, entrega cantidades en las sacristías, diciendo que las ha cobrado de más por un error y quiere sean para los pobres, y hasta se murmura si es él ese ramoso sujeto que, con el incógnito de Un cualquiera, envía dinero a la Junta de Instrucción Obrera cuando ésta sufre apuros.

Los otros se citan para la tarde en las iglesias y se enseñan los revólvers en los rincones de las sacristías. El Padre Paulí predica, hace tiempo, que hay que morir por la fe: el zascandil de Urquiola anda arengando á la juventud salida de Deusto, para que mate en nombre de Dios.

La gran masa del museo se compone de mamarrachos abominables, en lienzo, en tabla ó en estatuas, procedentes de las sacristías de muchos conventos, cuyos moradores, á lo que parece, no se preocupaban sino con la representacion material de Cristo, la Virgen, los santos, los judíos, etc., sin cuidarse del interes divino de la religion ni del social del arte, excluido del feticismo bárbaro de las poblaciones.

Oía misa todos los días, confesábase a menudo, aunque no tanto como sus amigos pretendían; alumbraba con un cirio en las procesiones o llevaba en hombros alguna imagen cuando los estatutos de la cofradía en que estaba inscrito lo exigían. Era amigo de todos los clérigos, con quienes departía familiarmente en las sacristías.

Conmovíase la catedral con la proximidad de la procesión. Sonaban las puertas de las sacristías al abrirse y cerrarse con estrépito; iba la gente atareada de un lado a otro. En aquella vida reposada y monótona, el incidente anual de una procesión que había de recorrer varias calles causaba iguales trastornos y ocupaciones que una expedición aventurada a países lejanos.

La sacristía contiene riquezas inmensas en joyas y vasos sagrados, y es prodigiosa la pompa que el clero sevillano despliega en la Semana Santa para el tocado y las vestiduras de la Virgen. ¡Cuántas miserias no serían aliviadas si la Iglesia católica, renunciando á un lujo de ostentacion que ofende la majestad inmaterial y suprema de la Divinidad, y que desvirtúa la noble sencillez del cristianismo, renunciase á las costumbres paganas y consagrase á la enseñanza y la beneficencia los inmensos tesoros improductivos que yacen en las sacristías!

Además, pronto hizo olvidar al joven sacerdote una noticia estupenda, que retumbó en la catedral como un trueno, poniendo en conmoción a los señores del coro, a la gente menuda de las sacristías, a toda la población del claustro alto. Habían terminado las querellas entre el arzobispo y el cabildo.

Entró al espulgadero y volvió una tablilla como las que ponen en las sacristías, que decía: «Espulgador hay», porque no entrase otro. Grandes gracias di a Dios viendo cuánto dio a los hombres en darles industria, ya que les quitase riquezas. -Yo -dijo mi buen amigo- vengo del camino con mal de calzas, y así me habré menester recoger a remendar.

Los clientes aguardaban con resignación el turno. Eran curas en su mayoría, pues don Ramón, persona piadosa y amiga de hacer limosnas por mano de la Iglesia, figuraba como el banquero del clero, y en las sacristías su nombre alcanzaba gran prestigio.