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Hasta el retrato del dueño de la casa, al óleo, detestable, colgado en la pared principal, rebosaba satisfacción en su acaramelado semblante. «Estoy hablando», decía Relimpio siempre que lo miraba. Frente al retrato había una laminota, en la cual D.ª Laura se inspiraba siempre para increpar a su marido.

Los vidrios de la claraboya tomaban un tinte acaramelado con los rayos del sol, pero abajo solo descendía una luz verde y difusa, una claridad de bodega, discreta y dulce, que parecía sumir la Cámara en una calma monástica. Por las ventanas del techo, encima de la presidencia, veíanse pedazos de cielo azul impregnados de la suave luz de una tarde de primavera.

Mira que te va a matar; lo ha dicho el otro día en la cocina. Y coge muchos ratones para que madrina te quiera y no te echen de casaEl gato, extasiado, susurraba allá en el fondo de la garganta mil síes complacientes, y se frotaba contra ella cada vez más acaramelado y pegajoso.

En un tríptico de rancio y acaramelado marfil, aparecía Eva, magra y desnuda, ofreciendo a Adán la manzana funesta, y la Virgen, en los misterios de su Anunciación y Ascensión; todo trabajado incorrectamente, con ese candor divino del primitivo arte hierático, de los siglos de fe.

Desde antes de terminar el concierto habían hecho rancho aparte, en un rincón de la sala; y allí estaba la alemana enseñándole el alma, y un poco, bastante, de la blanquísima pechuga, al acaramelado mayordomo, futuro administrador de la fábrica de productos químicos.

Son historias, cosas de su época que pintaron ahí los vidrieros, y cuyo intríngulis se ha perdido, sin que haya cristiano que pueda pillarlo. Y señalaba los ventanales de la segunda nave, por los que se filtraba la luz de la tarde con un tono acaramelado. Mire usted allí prosiguió el perrero . Un señor con capa roja y espada sube por una escalera de cuerda. En la ventana le espera una monja.

Al terminar una partida, se disgregaban los grupos de una mesa para trasladarse á otra; pero la orla de gente continuaba siendo compacta, por los nuevos aportes de curiosos. Descendía de la claraboya central un resplandor acaramelado. Fuera brillaba el sol sobre el mar azul; aquí, la luz era de bodega: una luz, según Castro, semejante á la del salón de sesiones de un Congreso de diputados.