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Actualizado: 10 de junio de 2025
Y mientras estos tres oradores de plazuela desfogaban su elocuencia, en medio de las risotadas del auditorio, yacía el triste animal sin movimiento, la noble cabeza cogida bajo las varas del carro, echando en cada resoplido espumarajos sanguinolentos.
Ligea, Eleonora, M. Valdemar vivían dentro del poeta en maravillosa lucidez, mientras que yacía aletargado en el seno de una «tempestad de alcohol».
Entonces, D. Alonso se retiró, tan pálido como el cadáver de su amigo, que yacía mutilado en el piso del alcázar. Cuando bajó mi amo, el comandante quedó solo arriba, con tal presencia de ánimo que no pude menos de contemplarle un rato, asombrado de tanto valor.
Rodeado de un coro de admiradores se dirigió a una mesa de mármol, donde, convenientemente narcotizado, yacía el enfermo. El virtuoso cogió unas pinzas y un bisturí y se dirigió a nosotros. Para la mayoría de los cirujanos nos explicó esta operación no ofrecería dificultad ninguna.
En la panera dormía Ramona, aldeana, y cerca de su lecho de madera pintada de azul y rojo, que rechinaba a cada movimiento del jergón, yacía la cosecha de maíz de su casería, en montón deleznable que subía al techo. Allí fue la batalla.
Sarto y ocho de sus soldados se precipitaron en el castillo; la primera habitación a que llegaron fue la de Miguel, que yacía tendido en el suelo, atravesado de una estocada. Entonces lanzó Sarto el grito que yo había oído: «¡El Duque ha muerto!» y atacó a los servidores de Miguel, que aterrorizados se rindieron a discreción.
La voz del perdón se callaba; esa voz jamás había hablado. Aquello había sido un sueño, una alucinación. La verdad era otra: el ser amado yacía bajo tierra, las manchas de su sangre no se habían borrado aún; la sangre pedía venganza, y él debía obtenerla. ¿Por qué no lo dijo usted antes? ¿Por qué vaciló al principio?
Y, estremeciéndose, extendió la mano hacia el frasco de gotas de Hoffman, que estaba siempre a su alcance. Era la primera vez en su vida que tenía miedo. Cuando el viejo Hellinger penetró en la habitación de arriba, el espectáculo con que se encontró le heló la sangre en las venas. El cuerpo de su hijo yacía en el suelo, cuan largo era.
54 Esta también el la segunda señal que Jesús hizo, cuando vino de Judea a Galilea. 1 Después de estas cosas, había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. 3 En éstos yacía multitud de enfermos, ciegos, cojos, secos, que estaban esperando el movimiento del agua.
Obdulia, en cuanto entraron los otros, le olvidó por completo. ¡Antes había olvidado a don Saturnino, que yacía en «el lecho del dolor» con sendos parches de sebo en las sienes, entregado al placer de rumiar los dulces recuerdos de aquella tarde arqueológica!
Palabra del Dia
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