Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 2 de mayo de 2025
Se alejó el duende mestizo rascándose por debajo de la suelta camisa el grueso botón de su panza achocolatada. Poco después volvió á aparecer, y con su vocecita cantarina y melosa de indio anunció á Watson: Mi patroncita dice que se vaya, y que no quiere verle más, porque es usted... porque es usted muy feo.
Lo mismo que Moreno, corrieron á su encuentro los otros solicitantes; pero ella, después de saludar á los tres, mostró su predilección por Watson, que también había salido á recibirla. Conversó con los demás, pero sin apartar de Ricardo sus ojos acariciadores. Robledo, que examinaba al grupo desde lejos, se enteró inmediatamente de esta predilección.
Todas las mujeres del pueblo, sin exceptuar las que eran comadres suyas, irían contra ella porque estaba al servicio de la marquesa. A la misma hora del anochecer entró Watson en el pueblo. Después del terrible suceso de la mañana había tenido que preocuparse del cadáver de Pirovani, acompañando á los padrinos de éste y al médico. Primeramente lo guardaron en un rancho ruinoso cercano al río.
Ahora continuó el italiano voy á tomar como «gobernanta» á Sebastiana, la de la estancia de Rojas. Esta casa exige una mujer inteligente que se encargue de dirigirla. Watson no quiso aceptar una segunda copa. Debía irse para que aquellos hombres hablasen de los trabajos por cuenta del Estado.
Cuando estuvo junto á él le amenazó con un dedo, pretendiendo imitar la expresión ceñuda de un maestro que riñe á su discípulo. Luego habló con una gravedad cómica: ¿No le he dicho más de cien veces, mister Watson, que no quiero verle con esa... mujer? Paso ahora los días enteros corriendo el campo inútilmente, y cuando al fin consigo tropezarme con el señor, lo veo siempre en mala compañía.
El lazo caía siempre en el vacío, lejos de Celinda, y ésta celebraba con irónicas carcajadas la torpeza del ingeniero; pero su risa fué transformándose y cada vez se hizo más alegre, como si no expresase ya desprecio por su falta de habilidad, sino regocijo. Watson reía también, presintiendo que una risa común acabaría por unirlos con más rapidez que su lazo inútil.
Antes de seis meses añadió Watson podremos regar nuestras tierras, según afirma Canterac, y dejarán de ser una llanura estéril. Robledo mostró su contento. Un verdadero paraíso va á surgir, gracias á nuestro trabajo, de este suelo que sólo produce ahora matorrales. Miles de personas encontrarán aquí una existencia mejor que en el viejo mundo.
Ella, que los había buscado en otros tiempos por ambición ó por codicia, necesitaba ahora á Watson. No lo deseaba solamente porque era capaz de hacerla salir de su crítica situación, sino por él mismo; porque era la juventud, la fuerza y la ingenuidad, todo lo que puede dar apoyo á una vida fatigada.
El Ministerio de Obras Públicas lo había enviado como representante administrativo á las obras de la Presa, y él era el encargado de pagar al contratista Pirovani las sumas debidas por el gobierno. Después que saludó á Watson se dió una palmada en la frente y quiso retroceder, mirando al mismo tiempo sus papeles.
Le apretó la diestra, hizo un signo de adiós, y bajando la cabeza espoleó á su caballo, perdiéndose en la noche, que empezaba á nacer. Marchó Watson hacia el pueblo, sintiendo en su interior la comezón de una conciencia que empieza á perder su tranquilidad.
Palabra del Dia
Otros Mirando