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Actualizado: 27 de junio de 2025
Te prohíbo que vuelvas a hacerlo en adelante. Sin responder, él se inclina para recoger la rosa que se ha caído de su pecho. Quiero volver a casa dice Gertrudis, paseando su vista en derredor, con expresión inquieta. Marchan un momento en silencio, uno al lado de otro. Ella fija sus ojos en el horizonte, mientras él respira ávidamente la rosa que ha recogido. Huele bien dice en tono inocente.
La señorita le tiraba bondadosamente de las orejas. Como vuelvas a traer aquí tales ascos..., verás, verás. Te he de colgar de la chimenea como a los chorizos, para que te ahúmes. Julián transigía con estas intimidades, mientras no sorprendió el secreto de otras harto menos inocentes.
No, no le dejaremos, ¿verdad? insistió la santa . Mira, Manolo: Jacinta y yo pedimos ahora juntas. Aunque te vuelvas turco, ya te cayó que hacer. No, Jacinta no se mete en esos enredos dijo Moreno mirándola fijamente en los ojos. Vaya que sí me meto. El asilo es mío; lo he comprado. ¿Sí?, pues si ha dado usted dos pesetas por él ha hecho un mal negocio.
¿Te vas ya? la dije. Sí, señor; no quiero pasar mucho tiempo fuera de casa. Pero ¿volverás? Acaso no. ¿Y por qué? ¡Oh! ¡me ha hecho usted sufrir! adiós. Espera. No quiero obligarte a que vuelvas; pero por si no nos volvemos a ver, acepta esta memoria mía. Y tomé de sobre la repisa de la chimenea el estuche que contenía la cruz que había comprado para ella el día anterior, y se lo di.
¡Cristiano yo! exclamó el caballero enmascarando su benevolencia con una fiereza histriónica . ¡Cristiano yo! ¡Mal pecado! Para que no te vuelvas a acercar más a mí, me voy a hacer protestante, judío, mormón... Quiero que huyas de mí como de la peste. Vamos, no tontees.
Haz de mí lo que quieras... no me quejaré. Tú eres el primer hombre que me ha pegado... ¡y no me he defendido! No me defenderé aunque vuelvas á golpearme... De ser otro, habría contestado á la agresión; ¡pero tú!... ¡te he hecho tanto daño!... Calló unos momentos. Estaba arrodillada ante él en actitud suplicante, con el cuerpo descansando sobre los talones.
Tenía que darle cuenta del empleo de todos los momentos: «¿Qué has hecho después de salir de clase? ¿Con quién estabas hablando en el patio? ¡Cuidado que vuelvas otra vez a subirte al pasamano de la escalera! No andes más con Pepito; no me gusta ese chico. Ya me han dicho que ayer no has sabido la lección. ¿Qué haces el tiempo que estás en la sala de estudio?
ARR. Pues eso quiero; y si sufrir no pude Mujer hermosa, viviré sin ella, Y haré cuenta que es muerta; que bien puedo, Pues si es cristiana, no es la que solía. NARV. Primero que a Coín vuelvas, Arráez, Le has de dar la mitad de tu hacienda Para que viva aquí; si no, no creas Que deste cautiverio libre escapes.
Yo quiero cenar afirmó él con brutal terquedad, echando a un lado la cabeza y dando un golpe con ella sobre la mesa. Eso es, rómpete la cabeza. Mala hermana, ¡no das de cenar a tu hermanito! Mira tú, mejor estaba en la cárcel... Como vuelvas a nombrar... ¡Nombro!... ¡Puño! Como vuelvas a decir... ¡Puño! repitió el bergante alzando la mano. ¡Alzas la mano!..., ¡a mí!..., a tu hermana.
Le hallo cierta semejanza con los perros caseros que surgen al paso de los que salen y los que entran. Cuando creemos estar en el Océano sin límites, aparece la isla ante el buque y lo detiene para husmearlo. Al que se va, le dice: «Anda con Dios, hijo, y no vuelvas por aquí si no traes dinero.
Palabra del Dia
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