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Actualizado: 26 de junio de 2025


Sus chistes brutales, lo mismo caían sobre los hombres que sobre las señoras. Gozaba en la ostentación bárbara de su fuerza. Si aquellos sus devotos admiradores se dejaban humillar tan pacientemente no dándoles nada, ¿qué no sucedería si repartiese entre ellos sus millones, si el becerro de oro comenzase a vomitar monedas?

Pero a fee que, si vuesa merced no llegara, que yo le hiciera vomitar la ganancia, y que había de saber con cuántas entraba la romana. ¿Qué decís vos a esto? -preguntó Sancho.

Y era tanta la ceguedad del pobre hidalgo, que el tacto, ni el aliento, ni otras cosas que traía en la buena doncella, no le desengañaban, las cuales pudieran hacer vomitar a otro que no fuera arriero; antes, le parecía que tenía entre sus brazos a la diosa de la hermosura.

En uno de los ángulos del Campo bailaban los aldeanos al son de la gaita y el tambor; en otro hacían lo propio las artesanas al compás de la banda municipal. La gente discurría por el espacio libre cada vez con menos desahogo, pues la calle del Cuadrante no cesaba de vomitar blusas azules y pañuelos de percal sobre el citado Campo.

Hase observado en estos médicos que después de recibido el Santo Bautismo, por mucho que hacen no pueden vomitar una materia sucia y hedionda como antes lo hacían todas las veces que chupaban algún miembro del enfermo, dándose el demonio por desobligado de mantener el pacto implícito que con ellos tenía, porque explícito y cierto no tenían ninguno.

Arriba, en la ladera del monte, se conoce todavía, por el color y forma de las rocas, el lugar donde se produjo el desprendimiento; pero resulta inexplicable que un espacio de tan corta dimensión aparente haya podido vomitar en el valle semejante diluvio de piedras.

Perdonadme, pero de tal modo me han hecho vomitar versos en San Marcos, que aún me duran las ansias; donde piso, dejo sátiras; de donde escupo, saltan romances; donde llega mi aliento, se clavan letrillas. Pero prometo, á fe de Quevedo, no volver á hablaros sino en lisa prosa castellana. ¿Sin jugar del vocablo? Lo otorgo. ¿Ni del concepto?

Aquel enjambre de proyectiles é instrumentos de muerte, en medio de tanta verdura artificial, de tantas flores y perfumes, y árboles frutales, y fuentes de aguas saltadoras, y puentecitos rústicos, y estatuas y arcos y muros abrumados de enredaderas y pámpanos; aquellas fortalezas y fragatas amenazantes, en presencia de un golfo bellísimo y bajo un cielo admirable de oriental hermosura; aquel silencio traidor de tantas bocas de hierro y bronce, abiertas sobre las murallas y prontas á vomitar ondas de fuego sobre las verdes ondas del golfo, mientras que en la ciudad todo era bullicio y animacion mercantil; todo formaba un conjunto de contrastes que hacia meditar con tristeza ó reír de las locuras del mundo.

Y, aunque no halló mas de lo hallado, dio por bien empleados los vuelos de la manta, el vomitar del brebaje, las bendiciones de las estacas, las puñadas del arriero, la falta de las alforjas, el robo del gabán y toda la hambre, sed y cansancio que había pasado en servicio de su buen señor, pareciéndole que estaba más que rebién pagado con la merced recebida de la entrega del hallazgo.

Los jóvenes argentinos que guiaban a la comitiva habían indicado varios lugares adecuados para el encuentro. Llegaban a ellos, y siempre les salían al paso transeúntes molestos, o veían próximas algunas casas que parecían vomitar niños y perros atraídos por la presencia de los automóviles. Un chófer, sin adivinar cuál era el propósito de los viajeros, había propuesto la excursión a Tijuca.

Palabra del Dia

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