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Actualizado: 2 de noviembre de 2025
Aquí cerca mataron un hombre, ¿verdad? Donde está la cruz de madera. ¿Por qué fue, señorito? ¿Alguna venganza? Una pendencia entre borrachos, al volver de la feria respondió secamente don Pedro, que se hacía todo ojos para inspeccionar los matorrales. La cruz negreaba ya sobre ellos, y Julián se puso a rezar el Padre nuestro acostumbrado, muy bajito.
CELIND. No es miedo, Bajamed, que ha sido fuerza Ir a Alora los dos, porque era preso De su alcaide Narváez, y al tercer día Juró volver si libertad le diese; Y ella, como mujer, con él ha ido, Ansí por no esperar tu justo enojo Como por no dejar a su marido. ZORAID. Ensíllame un caballo, ponle a punto; Dame una lanza y una adarga fuerte; Podrá ser que le alcance en el camino.
Pues, el otro día, me presenté algo mareado, lo confieso, y mi santita me excomulgó y arrojó de casa, condenándome a ocho días de destierro, en penitencia... Para volver a su gracia, me juré a mí mismo aborrecer el vino... por una semana: he pasado los peores días de mi vida, ¡ajo! pero, yo no le aflojaba al cuerpo, y le decía: ¡Aguante usted so vicioso! ¡y no le di ni esto! en tres días... Cuando ayer supe la culada del hermano Bernardino, y que al otro pájaro del Ministerio le habían también colgado la galleta, te digo que mona más a gusto, no la he tomado nunca: pasé cantando el ¡Oíd mortales! por su casa, con tales gritos, que la gente salía a las puertas, y de miedo que los vigilantes me aguaran la fiesta, me vine a mi palacio y aquí la continué, en la alegre compañía de algunas de mis aristocráticas relaciones... Se bebió y se cantó, hasta la madrugada, ¡ajo! ¿te parece a ti, que no iba a estar yo alegre? ¡pillo, ladrón!
Aurora, al verla, se quedó tan inmutada, que no supo ni qué decir ni qué cara poner. «¡Ah!... tú, Fortunata... ¡Cuánto tiempo...!». De improviso tomó un tonillo de sequedad. «Dispensa... Estoy ocupada. Si quisieras volver a otra hora...». Pero al instante cambió de registro. «¡Qué cara te vendes! ¿Has estado mala?».
Lloraba echándome los brazos... yo le prometí volver. Señorita, señorita... ELECTRA. Entra. ELECTRA. Estamos solas. PATROS. No hay ocasión como ésta, señorita. Ahora o nunca. ELECTRA. ¿Vienes de allá? PATROS. De allá vengo... Muchos señores que dicen números... millones y cuatrollones... Adentro, nadie. PATROS. Fuera miedo. ELECTRA. ¡Virgen del Carmen, protégeme! PATROS. Podría ser.
En semejante situacion, representó el cabildo al rey para que permitiese volver á publicar el Jubileo antiguo, que estaba suspenso, para continuar la obra con las limosnas de los fieles; y acudió tambien al Pontífice para que concediese al obispo la facultad de absolver los casos reservados á los que contribuyesen con alguna limosna para la obra de la iglesia.
Entraron en su cuarto, y sentados uno frente a otro, pasaron un rato recordando los graciosos tipos que en el comedor estaban y los equívocos que allí se decían. Juan hablaba poco y parecía algo inquieto. De repente le entraron ganas de volver abajo. Su mujer se oponía. Disputaron. Por fin Jacinta tuvo que echar la llave a la puerta.
Así es que sentía mucho su suerte, pero que no estaba en su mano evitarla. Oyendo esto, Pablo se quedó abatido, dijo adiós a Carmen, y se alejó lentamente para volver a su prisión. ¡Ay! Así fué, dijo Carmen sollozando; yo tuve la culpa ... de todo lo que ha padecido.... Pero, hija, replicó la señora; si entonces era tan malo....
Y después, cuando quise, golondrina cansada, al nido de mis padres y de mi amor volver, rugió fiera de pronto violenta turbonada: vénse rotas mis alas, deshecha la morada, la fé vendida a otros y ruinas por doquier.
Las dos de la madrugada habían dado ya, y Graciana apuraba a Alejandro para volver a casa.
Palabra del Dia
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