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Actualizado: 24 de mayo de 2025


Viva en la corte ufano el soberbio político muriendo, y en solio soberano vivan con él los que le están vendiendo; que yo sin esta muerte contento vivo con mi humílde suerte. Beba en taza dorada el príncipe mayor: tenga su mesa de siervos rodeada; que yo á quien de esta vanidad no pesa, bebo en taza de hielo el líquido cristal de un arroyuelo.

Sin embargo, Jorge aconsejó a nuestro común amigo Beltrán que no perdiese toda esperanza, porque, como él decía con la mayor frescura, «un poeta vivo vale más que un Duque muertoDespués preguntó, dirigiéndose a : ¿Qué le ha pasado a tu bigote?

En fin, la operación que había que intentar sobre el espíritu del avaro, era una tarea que Godfrey confiaría a su hermano, más audaz y más vivo que él.

Cuando comenzaron a llegar de los cuartos perfectamente disfrazados todos aquellos señores y señoras, tardó en reconocerlos; al pasar por delante de él le preguntaban acariciándole la cara: ¿Me conoces, Miguelito? Y él, después de mirarlos con atención, decía: , Fulano y esto le causaba un vivo placer.

Sintiose turbado: fue a sentarse más lejos. Josefina vestía con elegancia. Los señores de Quiñones la criaban con mimo, como hija adoptiva. Por mucho tiempo éste fue el asunto preferido de las murmuraciones de Lancia. Se averiguaba con vivo interés el coste de sus sombreritos; se comentaba el número de juguetes que le compraban; hacíanse cálculos sobre la cantidad en que la dotarían al casarse.

Hallámonos en grandes angustias, no sólo por esto que nos decía, cuanto porque tenía el semblante más de cadáver que de cuerpo vivo: y queriendo consolarnos, no pudo proferir palabra por habérsele inflamado la lengua.

Verdaderamente no era guapo; su rostro estaba envejecido, mustio, lleno de arrugas; sus ojos no tenían brillo; las gafas le habían dejado una señal roja en lo alto de la nariz. Había en su fisonomía un no qué de gris, de muerto, como si no fuera la de un hombre vivo, sino la mascarilla de un cadáver. No parecía ni un espía ni uno de los que los espías se dedican a perseguir.

Alza mas alta la rodilla, Mario, Y encoje el cuerpo, y cubre la cabeza: Animo, que ya llegas á lo alto. Qué ves? O santos dioses! y qué es esto? De qué te admiras? De mirar de sangre Un roxo lago, y de ver mil cuerpos Tendidos por las calles de Numancia. Qué no hay ninguno vivo? Ni por pienso; A lo menos ninguno se me ofrece En todo quanto alcanzo con la vista.

Si yo llegara á creer de una manera evidente que no me querías, no cómo podría vivir; y si aún vivo después de aquella tarde, es porque la duda me ha dado vida, duda en que ya no quiero pensar: la he tenido como un deber, me la impuse yo mismo; pero ya rechazo esta tiranía. Cuando te he visto, me parece que ha retrocedido el tiempo.

Doña Luz no tenía la culpa de aquel amor que agradecía, ni de aquella muerte que lamentaba. Su amistad, admiración y veneración al Padre no podían haber sido mayores. Si el Padre le hubiera inspirado otro más vivo sentimiento, ella hubiera pecado contra Dios, contra el mundo, contra su honra y contra su decoro.

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