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Actualizado: 16 de junio de 2025
Ni por esto andaba desavenida la Condesa con la época en que vivimos, porque percibía claramente que la invasión y encumbramiento de plebeyos astutos venía de muy atrás y no era cosa del día.
Soy el huésped que trae dinero á casa y al que se le corresponde con un poco de respeto. No finjas ignorancia, Luis.... Hace tiempo que adivinas cómo vivimos. Tú, en tu pobreza, no has sido más afortunado que yo con mis millones. Tú lo has dicho varias veces; en esta tierra hemos oído hablar de alguien que se llama Amor, pero por aquí no ha pasado nunca.
14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con él a los que durmieron en Jesús. 15 Por lo cual, os decimos esto en Palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que quedamos hasta la venida del Señor, no seremos delanteros a los que durmieron. 18 Por tanto, consolaos los unos a los otros en estas palabras.
Todos somos buenos; al fin, gentes que no hemos visto el mundo ni por un agujero y vivimos aquí como en conserva; pero los Luna habéis sido de lo bueno lo mejor; y no digamos de los Villalpando, que os vienen a la zaga. ¡Ay, si tu madre levantase la cabeza! ¡Si tu padre viviera...! Yo a quien doy toda la culpa es a tu hermano, por buenazo, por simple, por esa maldita manía de todos los padres, que desafían el peligro con la esperanza de colocar bien a las hijas....
Considerando ahora esta evolución de la vida, dentro de tan ancho espacio, bien podemos declararla año máximo, del cual vivimos, por dicha, en la Primavera. La primavera de este año máximo empezó, según sabios muy acreditados, hace veinte millones de años menores y usuales. Entonces apareció el primer ser organizado.
La humanidad se acostumbra fácilmente á la desgracia decía Argensola , siempre que la desgracia sea larga... Esa es nuestra fuerza; por eso vivimos. Don Marcelo no aceptaba su resignación. La guerra iba á ser más corta de lo que se imaginaban todos. Su entusiasmo le fijaba un término inmediato: dentro de tres meses, en la primavera próxima. Y si la paz no era en la primavera, sería en el verano.
Se llevaron anchos y bajos divanes a la sala; y allí, en el mismo silencio y la misma suntuosidad fúnebre que había incubado la muerte de mis hijos; en la profunda quietud de la sala, con lámpara encendida a la una de la tarde; bajo la atmósfera pesada de perfumes, vivimos horas y horas nuestro fraternal y taciturno idilio, yo tendido inmóvil con los ojos abiertos, pálido como la muerte; ella echada sobre el diván, manteniendo bajo las narices, con su mano helada, el frasco de Jicky.
Sin embargo, es bien que se sepa al propio tiempo que no soy ateo ni participo de las ideas materialistas del siglo en que vivimos, las cuales he combatido en verso varias veces. Soy idealista, y protesto con todas mis fuerzas contra el grosero naturalismo. Además, a un poeta lírico no le sienta mal nunca un poco de religión.
Vivimos descansados, ciertamente que no nos caeremos de un andamio; pero nuestra miseria es mayor que la de muchos obreros, y no podemos confesarla ni ponernos a implorar limosna, por el prestigio, del hábito.
En Madrid nos inquietaba un tanto la policía; aquí vivimos en la más perfecta y envidiable calma. Lector, si el cofre que tienes en tu casa te produce inquietudes profundas; si el cofre que tienes en tu casa te turba el sueño, créeme, tira el cofre á la calle. Pasa por todo, menos por intranquilizar tu espíritu.
Palabra del Dia
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