Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 16 de mayo de 2025


Para los felices mortales que vivimos en el presente siglo, á los que tan natural y legítimo nos parece el uso de todas las comodidades y ventajas de que disfrutamos, pues que á toda hora y sin el menor empacho ponemos el grito en el cielo á la menor falta que advertimos en el cumplimiento de las ordenanzas municipales, no podemos comprender la desidia y abandono de nuestros abuelos, en cuanto al régimen y gobierno de esta ciudad en las pasadas centurias.

Tenía delante a la mujer adúltera; pero no podía ser él quien la arrojase la primera piedra. Margarita rompió el silencio, diciendo cariñosamente: ¿Qué es de usted? Vivimos bajo el mismo techo, y apenas nos vemos.

Don Braulio podía pensar lo que se le antojase de Rosita y de su marido; podía denigrar, allá en el fondo de su severa conciencia, la tertulia con sus tertulianos; pero ante el mundo, dentro de las condiciones de esta vida que vivimos, no podía oponerse, sin pasar por hurón, por celoso y por tirano, a que su mujer siguiese yendo a dicha tertulia.

Usté es un probe como yo, pero con más suerte, con más aquel en su ofisio, y si ha hecho dinero, bien se lo yeva ganao. Yo le tengo mucha ley, señó Juan. Le quiero porque es un mataor de vergüensa, y yo tengo debiliá por los hombres valientes. Los dos somos casi camarás; los dos vivimos de exponer la vida.

Y así, considerando esto, estoy por decir que en el alma me pesa de haber tomado este ejercicio de caballero andante en edad tan detestable como es esta en que ahora vivimos; porque, aunque a ningún peligro me pone miedo, todavía me pone recelo pensar si la pólvora y el estaño me han de quitar la ocasión de hacerme famoso y conocido por el valor de mi brazo y filos de mi espada, por todo lo descubierto de la tierra.

También allí hacia falta el arte, y mucho arte; porque hasta que lo tocó con las manos no pudo convencerse de que lo más sencillo y trivial a la simple vista, lo que estamos contemplando a todas horas, porque vivimos entre ello, es lo más difícil de pintar en un libro.

Ya sabe la señorita que está a su disposición. Es muy grande para nosotros; pero tengo aquí una amiga que vive en compañía, doña Fuensanta, viuda de un señor comandante. Mi marido es bueno como los panes de Dios. Me gana catorce riales y no tiene ningún vicio. Vivimos tan ricamente.

Por consiguiente no era dado a tomar en broma familiar las cosas que a veces, a los demás, a los que vivimos reducidos a un nivel normal humano, nos proporcionan esa frívola, pero grata impresión que hace reír.

Decidlo pronto. Que se quede con nosotros, y para eso, que se case usted, don Federico; de esta suerte se nos quitaría el continuo sobresalto en que vivimos, de que se nos quiera usted ir a su país, porque, como dice el refrán: ¿Cuál es tu tierra? La de mi mujer. Stein se sonrió. ¿Que me case? dijo ; pero ¿con quién, mi buena tía María?

Voy a pedirte un favor. Mañana no te despidas de . Si Dios quiere darme algunos meses de vida, cuando vengas, después de Semana Santa, me verás. Y ya lo sabes, no irás a otra parte, no, porque nos darías un pesar muy grande. Ya sabes que esta es tu casa. Nosotras te queremos mucho, mucho, y vivimos muy agradecidas a tus bondades.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando