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Actualizado: 11 de junio de 2025
Dormíase muchas veces vencida por la fatiga, y despertaba al sentir en sus ojos la violenta impresión de la luz. Isidro, con aire fatigado, desnudábase junto al lecho. ¿Qué hora era? Las tres; las cuatro. El joven excusaba su retraso hablando de los deberes que pesan sobre un escritor, de las exigencias del oficio.
Hay gentes a quienes la manía de ser grandes les hace descender a pequeñeces que uno creería con trabajo si ellas mismas no diesen todos los días ocasión de presenciarlas. En cuanto a mí, esto me causa una indignación tan violenta, que no soy dueño de contenerla y que me obliga absolutamente a demostrarla cuando me tropiezo con una de esas personas.
Uno de ellos, médico, después de cierta escena violenta, le dijo que no discutiría más con él mientras no se pusiese en cura. Esto le hizo volver en sí: comprendió que estaba efectivamente enfermo, huyó con particular cuidado toda ocasión de disputa, y comenzó a jaroparse con los remedios que usualmente se dan contra la bilis.
Juan, pálido hasta en los labios, había tratado de detener al señor Aubry; pero a medida que éste hablaba, se apoderó de él una emoción tan violenta que quedó mudo, escuchando, enloquecido, las palabras febriles del enfermo, y los sollozos ahogados de María Teresa.
Aquella transición de la trapera a la dama, de la niña a la mujer, transición para mí violenta puesto que alejado de ella durante seis años no había podido asistir a la elaboración lenta, gradual, lógica de aquella transformación; fue para mí...
Y para ello decidió emplear su buena maña y sus suaves rodeos; pero como Rafaela profesaba con ardor una filosofía de la historia totalmente contraria a la del gaucho y era además una española llena del más ardiente patriotismo, siempre le faltaban la paciencia y el disimulo para no impugnar con violenta furia los asertos del gaucho, que ella juzgaba intolerables errores y desaforadas blasfemias.
¡Envenenado!.. ¡Dios mío! ¡Hola! ¡aquí! ¡aquí! gritó don Juan, llamando. ¡No hay nadie! ¡estamos solos! exclamó Dorotea. Y una leve contracción de dolor resistido, pasó por su semblante. ¡Oh! ¡esto es horrible! ¡esto no puede ser verdad! exclamó don Juan reteniendo entre sus brazos á Dorotea. Otra contracción más violenta, indicó á don Juan que Dorotea sentía un dolor más agudo.
"No tengo, pensó, más que una probabilidad de salirme con la mía; buscar querella á Fortunato, hacerle salir de sus casillas, obligarle á pronunciar una palabra violenta y llamar en mi socorro á Mauricio y Herminia, procurando que consideren mi causa como suya Entonces le pongo en la puerta y todo se ha salvado." No bien formado por ella este plan, empezó á ponerle por obra.
Esta lectura dejó á Ulises en dolorosa estupefacción. ¡Ya no vivía Freya!... ¡Ya no corría el peligro de verla aparecer en su buque al tocar en cualquier puerto!... La dualidad de sus sentimientos volvió á surgir con violenta contradicción. «Muy bien pensó el marino . ¡Cuántos hombres han muerto por su culpa!... Era inevitable su fusilamiento. Hay que limpiar el mar de bandidos.»
A primeras horas de la mañana había tenido una conversación violenta con Popito, la cual negó haber visto á Ra-Ra en la parte alta del palacio universitario. Luego el influyente personaje abandonó su cama, y estaba ahora en la presidencia del Consejo Ejecutivo, recomendando sin duda la persecución del revolucionario masculista.
Palabra del Dia
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