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Actualizado: 9 de octubre de 2025


Ahora soy completamente feliz con esta unión, y me iré muy tranquilo al otro mundo. Pero no tenemos tiempo que perder; por lo menos yo, no puedo tener más prisa. La boda se habrá de efectuar dentro de este mismo mes. Como yo no puedo ni quiero salir de Ville d'Avray enviaré poderes e instrucciones al conde de Mengis para que me represente.

En el primero iba el clero; al segundo subieron el doctor y Amaury. A la puerta de la iglesia de Ville d'Avray esperaba a la comitiva el cura párroco. En aquella iglesia en que Magdalena había comulgado por vez primera debía hacer su última estación antes de que su cuerpo descendiese a la fosa.

Mañana correrémos los bulevares de Montmartre, de los italianos, de las Capuchinas, de la Magdalena; bajarémos por la calle Real, siguiendo despues la calle de Rívoli, hasta el Hotel de Ville, y dando un vistazo á las Tullerías, Plaza de la Concordia, campos Elíseos, y arco de la Estrella, monumento suntuoso, que no cuesta á Paris menos de 39 ó 40 millones de reales.

Eran ya las nueve cuando nos dirigiamos hácia la plaza de la Concordia, con el objeto de seguir la calle de Rívoli hasta la casa de la Ciudad ú hotel de Ville. Antes de penetrar en la calle, quisimos ver la perspectiva que presentaban los campos Elíseos iluminados, así como la plaza de la Concordia. ¡Espectáculo magnífico por cierto!

Magdalena, según ya hemos dicho, debía de ser enterrada en Ville d'Avray, porque al doctor le parecía que allí, en un cementerio de aldea, oscuro y desierto, le pertenecería su hija más que en una necrópolis de la gran ciudad. Los convidados que formaban el cortejo y que venían a ser los mismos que concurrieron al baile, no se sentían con ánimo de acompañar a la muerta hasta su última morada.

El doctor, que al ver terminado el acceso nervioso del joven había vuelto a sentarse para quedar abstraído en sus tristes pensamientos, cuando aquél cesó de hablar se pasó la mano por la frente como queriendo apartar de la nube que el dolor interponía entre las ideas que ocupaban su mente y el mundo exterior, y repuso: Resumiendo: , Amaury, te vas a Alemania llevándote contigo a Magdalena; , Antoñita, te quedas en esta casa, en la que ella ha vivido; yo, me vuelvo a Ville d'Avray, en donde reposa su cuerpo.

»Con frecuencia habla también al retrato de su hija, a aquel famoso retrato de Champmartín por cuya posesión manifestaba usted tanto interés. »Nunca abre un libro, ni una carta, ni lee periódicos, ni recibe a nadie. Ha muerto para el mundo de los vivos: únicamente vive él para la muerta. »Ya está usted tan enterado como yo de lo que ocurre en Ville d'Avray.

Lo mejor que podemos hacer es separarnos y seguir cada cual nuestro camino que respectivamente habrá de conducirnos a la vida y a la tumba. El doctor hizo aquí una breve pausa y luego prosiguió: Ahora voy a decir cómo pienso emplear los pocos días que me restan de existencia. Desde hoy viviré solo con José, mi criado más antiguo, en Ville d'Avray.

La plaza de San Fedelle, aunque pequeña, es muy linda, la adornan buenos edificios. San Cárlos Borromeo, frente por frente del Hotel de la Ville es una iglesia nueva, de forma circular y elegante. Tocando con la iglesia hay un pasaje, único que en Milan. La Bolsa tiene tambien su palacio correspondiente. Los cafés son buenos, se sirven baratos y excelentes sorbetes.

¡Es un ángel! contestó el párroco de Ville d'Avray. El señor de Avrigny alzó a su vez la cabeza y preguntó: ¿A qué hora se le administrará la extremaunción? A las cinco de la tarde. Magdalena quiere que a esta última ceremonia pueda asistir Antoñita. ¿Es decir, que mi hija sabe ya que va a morir?

Palabra del Dia

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