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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Yo empecé a estudiar la anatomía. ¡Ciencia admirable, divina! Tanto era el trabajo escolástico, que tuve que abandonar la barbería de aquel famoso maestro Cayetano.... El día en que me despedí, él lloraba.... Diome dos duros y su mujer me obsequió con unos pantalones viejos de su esposo.... Entré a servir de ayuda de cámara. Dios me protegía dándome siempre buenos amos.
Había dos bandos principales: el de los viejos y el de los jóvenes; los primeros eran más en número, y vencían siempre que no se les cogía descuidados; los segundos, más activos, tramaban asechanzas para derrotar a los candidatos contrarios, unas veces presentando los suyos, en unión de alguna persona ilustre y respetable, otras veces aprovechando las noches de más frío en que los viejos no se atrevían a salir de casa, otras dividiendo con astucia a los enemigos; todos los medios eran lícitos.
Yo quiero á Clarita, aunque entre ella y yo no median los vínculos de la sangre, del mismo modo que te quiero á tí, que eres mi sobrina: con amor casi paternal, con el amor que es propio de los viejos. ¡Pero si V. no es viejo, tío! Pues aunque no lo sea. No amo á Clarita de otro modo. Y si esto sigue pareciéndote raro, no caviles ni busques más hipótesis para explicártelo satisfactoriamente.
Tenía la triste belleza de esos caballos viejos que fueron briosos corceles y caen abandonados y débiles sobre la arena de la plaza de toros. Hasta de nombre carecía.
El papel activo del acónito le escluye del tratamiento de las congestiones pasivas y de todas las flegmasías y fiebres de carácter adinámico ó de postracion, como sucede en las neumonías de los viejos y en la fiebre tifoídea en su segundo período; así como tambien su especialidad de accion no corresponde al tratamiento de la metritis puerperal, de la flebitis y otras afecciones de este género.
La ferocidad pintada en los semblantes no excluía la expresión de sufrimiento por las privaciones y trabajos; pero estaban alegres, cantaban, reían y se las prometían muy felices. En las filas se codeaban los muchachos con los viejos, y al lado del niño, precoz guerrero lleno de ilusiones de gloria, estaba el veterano que se había batido en las campañas heroicas del año 8.
Atravesamos todo el corredor, risueño con la luz matinal y el perfume de las plantas que allí había; bajamos escaleras, recorrimos pasillos, y, por fin, Antonio abrió una pequeña puerta, que, al girar en sus goznes, dejó escapar un fuerte olor a papel y badana viejos. En seguida comprendí que era el archivo de la casa.
En fin, hijo mío, tal vez te fastidie con mis quejas, pero a los viejos hay que tolerarles. Yo necesito hablar, expansionarme, echar fuera de mí esta inquietud que me devora, como si fuese yo mismo quien se mete en aventuras. Y te repito que esto acabará mal, muy mal. Tu tío es de la misma opinión. ¿Ves a tu principal? Pues es como tu mamá.
La estancia que apareció a los ojos de Mario semejaba talmente una capilla. Había allí tanta estampa con marco dorado, tanto fanalito, tantas palmas y flores contrahechas, que sorprendía no oír el sonido del órgano y el rezo de los fieles. Las cortinas de damasco con una franja de galón dorado. Los muebles viejos y lustrosos por el uso.
Hundidos en el follaje de los rosales, a la entrada de la plazoleta, había dos bancos antiguos de mampostería, blanqueados con cal, con el asiento y el respaldo de viejos azulejos valencianos de una transparencia aterciopelada, en la que resaltaban los floreados arabescos, los caprichos multicolores de una fabricación heredada de los árabes.
Palabra del Dia
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