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Y esta situación duraba días y días, hasta que llegaba la noticia a los fortines y otra tropa se señalaba en el horizonte, compuesta de jinetes con viejos uniformes, peor armados y montados que el enjambre de indios, los cuales solamente huían por hartura, deseosos de poner en salvo su botín.

Y cuando el director le veía entrar de tarde en tarde, con un aire decidido, en el ambiente reposado y silencioso del Museo; cuando reparaba en sus trajes flamantes, en la exactitud con que seguía las modas masculinas, balanceaba la cabeza melancólicamente. No era el primero. ¡Ah, Monte-Carlo!... Los viejos profesores miraban con un ceño de profeta á la ciudad de enfrente.

Sólo las personas extraordinarias levantamos tempestades... Y luego, en los salones, los mismos personajes austeros que han hecho coro á sus esposas y sus hijas me miran al pasar con unos ojos disimulados y admirativos; unos enrojecen, otros se ponen pálidos. Adivino que no tendría mas que hacer una seña á su muda admiración... Yo también tengo mi «banco de los viejos».

La edá, doctó contestó el espada con cierta melancolía . Nos hacemos viejos. Cuando yo peleaba con los toros y con el hambre no necesitaba de esto, y tenía pies de hierro en las capeas.

Hallábase situado el tal convento entre los cementerios viejos y el depósito de aguas del Lozoya, destacando su oscura mole de ladrillo rojizo sobre la terrosa campiña a que ponían término las cumbres del Guadarrama.

Señalando la página e inclinando su cuerpo sobre el brazo del sillón, miró pensativamente hacia afuera, a través de los viejos vidrios sujetos por tosca malla de plomo. Espeso nublado, cuya cepa debía prolongarse hacia el naciente, asomaba por encima de las murallas.

A la entrada de la cantina existía una especie de jaula de madera con un ventanillo. Dentro de ella estaba sentado ante un pupitre el dueño de la tienda, envuelto en mantas, quejándose á cada momento, pero sin dejar de repasar unos cuadernos viejos, cubiertos de rayas y caprichosos signos, que le servían para su complicada contabilidad.

Eran los viejos troyanos de la Ilíada, que protestan del largo sitio de su ciudad, de la sangre de miles de héroes, de la miseria, todo por culpa de una mujer... Pero pasa Helena ante el «banco de los viejos», majestuosa de belleza, arrastrando sus túnicas de oro, y todos ellos quedan absortos de admiración, lo mismo que si la divina Afrodita acabase de descender á la tierra, y murmuran como una plegaria: «Bien merece lo que por ella sufrimos. ¡Es tan hermosa

Extendían sus plumajes a una altura tres o cuatro veces mayor que la de los edificios, rectas como los fusteles de una columnata, alineadas lo mismo que una tropa de soldados viejos, y ofreciendo en el fondo la rápida visión de un palacete de láctea blancura.

2 se juntaron a una, de un acuerdo, para pelear contra Josué e Israel. 3 Mas los moradores de Gabaón, cuando oyeron lo que Josué había hecho a Jericó y a Hai, 4 ellos usaron también de astucia; pues fueron y se fingieron embajadores, y tomaron sacos viejos sobre sus asnos, y cueros viejos de vino, rotos y remendados,