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Actualizado: 28 de junio de 2025


No quiero oírte decía tapándose los oídos . ¡Calla, por Dios! Me repugnas cuando recuerdo esas cosas... Acabaré por no quererte. En sus viajes la acometían repentinos celos cada vez que Fernando miraba a una viajera de buena presencia.

Freya rió de la belleza típica del ostricario y las miradas ardientes que dirigía por costumbre á todas las damas que entraban en el establecimiento... Un verdadero hallazgo para una viajera ansiosa de aventuras con color local. En el fondo, una pequeña orquesta acompañaba la voz de un tenor, ó sonaba sola, estirando las melodías, amplificando los compases con napolitana exageración.

Entonces la viajera sintió frío glacial, extraordinaria fatiga y una modorra que no pudo vencer evocando los recuerdos del épico combate. En su letargo, creyó sentir los lamentos de los heridos, mezclados con horrorosas imprecaciones.

Harto lo necesitaba el desesperado mancebo. Madre é hija. Una viajera en aquella misma hora asciende con fatiga por la cuesta de Canzana. El sol todavía no asomaba su disco resplandeciente por encima de las montañas. La fresca brisa de la mañana juega con sus cabellos grises, levanta el fino chal de seda con que se envuelve.

El dia 19 de agosto de 1496 se hicieron á la vela con direccion á los Estados flamencos. Ningun contratiempo se habia notado, ninguna cosa que hubiera venido á turbar la tranquilidad de la ilustre viajera habia acurrido, hasta tocar en las costas de Flandes, en donde se levantó un temporal tan borrascoso, que se vieron precisados á guarecerse en el primer punto de salvacion que encontraron.

Luego añadió con malignidad: Debo advertirle que tiene usted un rival. ¡Mucho cuidado, Ferragut! Volvió la cabeza para mirar al oscricario. Estaba ocupado en la contemplación da una gruesa señora de pelo gris y abundantes joyas, una viajera escoltada por su marido, que acogía con extrañeza las ojeadas asesinas del vendedor, sin llegar á explicárselas.

Un sacerdote había llegado aquella tarde con los Santos Oleos, y luego de haber ungido al moribundo, se había marchado entristecido de no poder decirle cosa alguna a la pobre alma viajera. Sólo Carmen hablaba con la fugitiva en un coloquio de férvida compasión.

La mujer volvió a mirar con insistencia desconcertante a la viajera y después de una pausa dijo: Bueno... iré a prevenirle... ¿A quién debo anunciar? No anuncie usted a nadie: quiero darle una sorpresa. Entonces el semblante de la tendera reflejó la sorpresa, la duda y la alegría al mismo tiempo. ¿Sería usted por ventura, señorita, su hermana, la hermana de quien tantas veces nos habla?

A fuerza de leer y meditar algo, habia llegado á formarme, allá en el corazon de los Andes, la idea del océano; lo habia soñado con toda su soledad asombrosa, su misterio, sus efectos de luz maravillosos, sus ondas agitadas y terribles, sus calmas amenazadoras, sus trombas y tempestades, sus vagos suspiros, sus mugidos ruidosos, sus mil fenómenos de óptica, de vegetacion oculta ó viajera, de poblacion increiblemente variada entre los pliegues de sus ondas.... Y sinembargo de mis fantasías, que eran de una exactitud completa, me sentí sorprendido, sobrecogido de admiracion, lleno de miedo y de valor alternativamente, y como en un mundo distinto del de la Creacion, cuando, ya lejos de las playas rocallosas y desiertas de Cartagena, reconocí que la tierra quedaba en lo pasado, como una sombra, y que desde aquel momento mi vida y la de mis amores pertenecian á la ciencia y las borrascas disputándose el imperio de la inmensidad!

Ocurriósele de pronto una hipótesis: acaso la viajera fuese una miss inglesa o norteamericana, provista de rodrigón y paje con llevar en el bolsillo un revólver de acero de seis tiros.

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