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Actualizado: 12 de septiembre de 2025
Ya me despedí. ¿Y queda contenta? Muy contenta...; como nunca.... ¿Está seguro, señorito? Segurísimo.... Anda, Rita, prepárame el equipaje...: pon lo que te parezca...; poca cosa, una maleta pequeña. ¿Va entonces por poco tiempo? No lo sé todavía...; ya veré. Y se encerró en su cuarto, en un paseo incansable, como de fiera enjaulada.
Durante el presto con fuoco, Maxi se decía: «Parece mentira que dudara yo un instante de que aquello era la pura realidad... ¡Y lo creí sueño...!, ¡qué imbécil!... Un dato tomado de la existencia positiva me ha quitado todas las dudas. Ahora no me basta con la lógica, necesito ver algo más... y veré. ¡Qué lección para mi mujer! ¡Oh! Dios mío, ahora me asalta otra duda horrible.
"¡Mirad por última vez la letra escarlata y á la que la lleva!" parecía decirles la víctima del pueblo. "Esperad un poco y me veré libre de vosotros. Unas cuantas horas, no más, y el misterioso y profundo océano recibirá en su seno, y ocultará en él para siempre, el símbolo que habéis hecho brillar por tanto tiempo en mi pecho!"
He pasado seis meses en Bogotá; no sé si una vez más volveré a remontar el Magdalena y a cruzar los Andes al monótono paso de la mula; ¡pero, si el destino me reserva esa nueva peregrinación, siempre veré con júbilo los puntos de la ruta que conduce a la ciudad querida, cuyo recuerdo está iluminado por la gratitud de mi alma! El Salto de Tequendama. La partida. Los compañeros.
La repetición de la súplica, hasta llegar a la pesadez, no quebrantaba aquella roca. «Diez días nada más» decía ella con el pagaré atravesado en la garganta. Ni diez minutos, señora; no puede... ser. Mucho... lo siento; pero si el día 2... Por Dios, hombre, por su madre... Me veré obligado a presentar... el pagaré al señor de Bringas, que tiene dinero... me consta...
Mañana veré si puedo conciliar varias cosas. Vuelva usted por acá, viernes o sábado.... Y.. diga usted. ¿Tiene usted buena letra? Regular, señor licenciado. Vamos, vamos. Allí tiene usted lo necesario. Obscurecía. En la mesa había un candelero con una bujía. ¿No ve usted? Pues encienda la vela y escriba lo que guste. Obedecí.
¿Y le veré a usted paseando a caballo por la Castellana? No digo que no. Yo he sido regular jinete. No gobierno mal... Ya que hemos hablado de carruajes, le aconsejo a usted que no tenga cocheras... que se entienda con un alquilador. Los hay que sirven muy bien. Se quitará usted muchos quebraderos de cabeza.
Sí, iré, es natural... tiene usted razón. Pero no veré a Ricardo.... ¿Por qué, Rodolfo? Te quiere mucho... desde niños fueron amiguitos. Si tú vieras... cuando estabas en el colegio, siempre que venía a vacaciones, o de paseo, no dejaba de visitarnos. Y nos decía: «Doña Pepita: yo quiero mucho a Rorró, mucho; somos muy buenos amigos; siempre andamos juntos. ¿Necesita algo?
Así que, me iré muy a la mano en estas y en todas las materias, y antes de pronunciar que hay una sola cosa reprensible, veré cómo y cuando, y a quien lo digo, asegurando desde ahora que no sé qué ángel malo me inspira esta maldita tentación de reformar, y que entro en esta obligación con la misma disposición de ánimo que tiene el soldado que va a tomar una batería.
Yo desde hoy, ya no pertenezco a la tierra, sino a mi hija solamente; desde mañana nadie volverá a verme ni yo tampoco veré a nadie en París. Aquí viviré solo y retirado y en esa casa que ahí tengo y cuyas ventanas, como ustedes ven, dan a este cementerio, aguardaré resignado hasta que Dios señale la fecha que en la losa dejé en blanco.
Palabra del Dia
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