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Actualizado: 20 de noviembre de 2025


¡Pueblo de la Nueva Inglaterra! exclamó con una voz que se elevó por encima de todos los circunstantes, alta, solemne y majestuosa, pero que con todo era siempre algo trémula, y á veces semejaba un grito que surgía luchando desde un abismo insondable de remordimiento y de dolor, vosotros, continuó, que me habéis amado, vosotros, que me habéis creído santo, miradme aquí, mirad al más grande pecador del mundo. ¡Al fin, al fin estoy de pie en el lugar en que debía haber estado hace siete años: aquí, con esta mujer, cuyo brazo, más que la poca fuerza con que me he arrastrado hasta aquí, me sostiene en este terrible momento y me impide caer de bruces al suelo! ¡Ved ahí la letra escarlata que Ester lleva!

23 Y entró Jehú con Jonadab hijo de Recab en el templo de Baal, y dijo a los siervos de Baal: Mirad y ved que por dicha no haya aquí entre vosotros alguno de los siervos del SE

Si yo no encuentro á la puerta misma de la casa donde Dorotea con vos estaba al tío Manolillo que con doña Clara venía, vuestra esposa, vuestra noble y digna esposa, os hubiera visto en los brazos de esa mujer, y esa mujer se hubiera matado segura de que os dejaba á entrambos muertos. ¡Oh! ¡ved no os engañéis, don Francisco!

Id: buscad á vuestro ministro, y ved si su cuerpo extenuado, sus mejillas descarnadas, y su pálida frente surcada de arrugas por el dolor, no han sido arrojados allí como vestido de que uno se deshace." Sin duda alguna sus amigos habrían insistido, diciéndole: " eres el mismo hombre"; pero el error hubiera estado de parte de sus amigos y no del ministro. Antes de que el Sr.

Ved lo que hacéis; la vanidad es tentadora; hoy podéis ser hidalgo reservado, ser leal, de buena fe... mañana acaso... Ningún secreto tengo que reservar.

Carne pedirán y no palabras. Ved en seguida a los pueblos palmotear, hacer versos, levantar arcos, poner inscripciones. ¡Maravilloso don de la palabra! ¡Fácil felicidad!

¡Ah! se oía exclamar en diversos sitios ; no hemos venido aquí para chamuscarnos la planta de los pies. Es hora de hablar, de ponernos de acuerdo. ¡, ; pongámonos de acuerdo! ¡Nombremos los jefes! No; todavía falta mucha gente. ¡Ved cómo siguen llegando de Dagsburg y de San Quirino!

Ved estas manos justicieras, vedlas y besadlas.... Y vendrán todos... toditos a besarme las manos. Y será un besamanos, porque hay tantos, tantísimos...». Al llegar a este grado de su lastimoso acceso, el infeliz Ido ya no tenía atadero.

Ved: en su manga derecha Se perciben dos galones, Y de Maipo los cordones Que la patria le donó: Cabo inválido, sin brazo, Solo le resta en la tierra Pedir despues de la guerra Una limosna por Dios! A la puerta de la iglesia Rememora sus hazañas, Y las gloriosas campañas Que en otros siguió; Y mostrando con orgullo De su frente un ancha herida, Pide con voz dolorida Una limosna por Dios!

Palabra del Dia

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