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Actualizado: 12 de julio de 2025
Cuando lo vi... cuando me miró, parecióme que mi alma descorría un velo misterioso, que se entraba en ella aquella mirada, que la llenaba, que la besaba, que la acariciaba, que la encendía... sentí... un placer doloroso... debí ponerme pálida. Y seria como una difunta. Yo creo que él también vaciló. Pues ya lo creo.
Al verlas se inmutó visiblemente, se puso colorado hasta las orejas y vaciló en dar la vuelta ó quedarse. Al fin se quedó y pronunció las buenas tardes. En aquel momento llegaba el barquero. Flora sintió que la cólera le subía á la garganta y dijo en voz baja á su amiga: Voy á hablar á este mequetrefe... Verás cómo le ajusto las cuentas.
Después mejoré cambiando de vida; pero he vuelto a recaer hace ya algún tiempo. ¿A qué ocupaciones se dedica usted? El joven vaciló un instante y repuso: Soy escritor. Mala profesión es para una naturaleza como la suya.
El deber, con su peso férreo é irresistible, mantenía inmóvil á la doble fila de hombres azules y rojos. Un oficial vaciló un instante y entregando su sable á un soldado, se llevó una mano á un hombro. Acababa de recibir un balazo; le habían herido los que tiraban desde lo alto de la iglesia.
Esta carne líquida le hacía sonreír de lástima. ¡Habiendo whisky en la tierra!... Morales vaciló mirando su propio uniforme. Era una autoridad, y sólo podía entrar en las tabernas para imponer respeto. Pero luego se enterneció mirando al gringo. ¡Un viejo compañero!... Oiga, don Macperson, ¿si fuésemos á tomar una copa?...
Don Silvestre no vaciló más: envió el alguacil á casa de algunos colonos que le debían dinero, hízoles aflojarlo más que de prisa; y como no era mucho, consiguió que el cura le adelantase el resto.
El joven vaciló todavía con la mano en la portezuela; pero Clementina repitió aún con más fuerza, y ruborizándose: No vaya usted. No vaya usted. Raimundo manifestó sonriendo a Lola: Perdone usted, señora. Hoy no puedo ser lacayo sino de Clementina. Otro día tendré el honor de serlo de usted.
Giraud vaciló un instante; pero había prometido decir lo que pensaba y cumplió su palabra: Con el respeto debido, señor, diré á usted que ese es un canalla. ¿En qué se funda usted para tratarle tan duramente? preguntó Marenval, algo extrañado por aquella vehemencia. En nada, señor. Nunca le he visto cometer una acción reprensible ni decir cosa mala; pero eso no impide que le tenga por un canalla.
Guárdese los consejos para cuando los pida. Buenos días. Al subir la escalera vio en el primer rellano en la penumbra de la casa cerrada, sin otra luz que la de las rendijas de las ventanas, a su madre, erguida, ceñuda, tempestuosa, como una imagen de la justicia. Pero Rafael no vaciló.
Pero tenía comprometida la mitad de su fortuna, acaso toda ella al día siguiente, en un negocio cuya única garantía era la conservación del Ministerio que le había metido en el ajo; Ministerio a la sazón tan inseguro por las deserciones ocurridas en sus filas, que un solo voto de más o de menos podía salvarle o perderle. ¿Cómo votaba él con la oposición?... No vaciló siquiera.
Palabra del Dia
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