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Actualizado: 12 de julio de 2025
Vaciló Montiño entre su codicia, que le impulsaba á ocultar su riqueza, y su temor á un terrible castigo de Dios, que creía ya empezado en las desgracias que una tras otra se le habían venido encima y seguían viniéndosele desde la noche anterior. Al fin triunfó el miedo. Sí; sí, señor dijo soy... muy rico. ¿Qué medios habéis empleado para adquirir esa riqueza?
Tal fué el caso de Sócrates, Colón, Galileo, Giordano Bruno, y tal también el de nuestro héroe. La primera mordedura de la envidia le causó el dolor agudo que debieron sentir estos grandes bienhechores del género humano. Su espíritu vaciló. Fué un instante nada más, un desmayo pasajero que sirvió para acreditar mejor el temple admirable de su alma. Sin embargo, aquella noche no pudo cenar.
Aun esa parte de verdad, con ser tan poca, me salvaría.... Pero ahora, ¡todo es mentira! ¡todo es vanidad! ¡todo es muerte! Ester le dirigió una mirada, quiso hablar, pero vaciló. Sin embargo, al dar el ministro rienda suelta á sus emociones largo tiempo reprimidas, y con la vehemencia que lo hizo, sus palabras ofrecieron á Ester la oportunidad de decir aquello para lo cual le había buscado.
Durante un rato, la Pipaón, con el alma en un hilo, miró las estampas de toreros que adornaban la pared. Veíalas confundidas con la desazón angustiosa de su alma. Aquel afán sojuzgaba su dignidad de tal modo, que no vaciló en humillarse un poco más.
La vieja vaciló sobre las piernas, á pesar de que se había desvanecido instantáneamente la dulce turbación de su mansa embriaguez. ¡No verle más!... ¡no verle más! gemía. Luego resumió su desesperación en una frase: Me lo han matado por segunda vez. El público que iba á entrar en el cinema se agolpó en torno de esta mujer desfalleciente, próxima á caer al suelo.
Disminuyó gradualmente la presión de sus manos; miró a Sarto, a Federico y volvió a clavar los ojos en mí; después, repentinamente, vaciló, cayó hacia adelante en mis brazos, y yo, con un grito de dolor, la estreché sobre mi pecho y besé sus labios. Sarto me tocó el brazo.
Bien, muy bien, perfectamente bien dijo Nicolás, orgulloso de lo que creía un triunfo de su personalidad, que se imponía sólo con mostrarse . Así me gusta a mí la gente. ¿Y si le mando que no vuelva a ver más a mi hermano, que se escape esta noche para que cuando él vuelva mañana no la encuentre? Al oír esto, Fortunata vaciló.
En cuanto a la caridad de usted, tía María, Dios será el premio. La buena anciana vaciló un instante, tomó el dinero y dijo: Bien está; nada le faltará; vaya usted descuidado, tío Pedro, que su hija queda en buenas manos. El pobre padre salió aceleradamente y no se detuvo hasta llegar a la playa. Allí se paró, volvió la cara hacia el convento y se echó a llorar amargamente.
Nosotras, es verdad que no necesitamos caballeros; pero no es indecoroso que ese joven nos acompañe. ¡Oh! No atendamos tanto á las preocupaciones del mundo. Pero si á ese joven le conocen por libertino dijo Paz y le ven con nosotras.... Ante este argumento vaciló un momento la mujer mística, y casi no supo qué contestar.
¿Qué se le ofrecía a V.? le preguntó sonriendo. El cadete vaciló un instante, puso sus ojos sanguinarios en el suelo y dijo con voz bronca de adolescente que está en la muda: Cabayero, quisiera saber si V. está «en relaciones» con esa chica del número quince... ¿Del número quince? dijo Miguel, más risueño aún. Sí señor, cuarto tercero. Pues en efecto, estoy en muy buenas relaciones; sí señor.
Palabra del Dia
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