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Indicó el jefe el segundo alambrado, que Lacour y su amigo creían perteneciente á los franceses. Era de la trinchera alemana. Estamos á cien metros de ellos continuó , pero hace tiempo que no atacan por este lado.

La trinchera de D. Juan Cáceres lisonjeaba las esperanzas de los enemigos, y por lo mismo repetian contra ella con mas vivacidad sus esfuerzos y ataques: porque habiendo ya conseguido forzarlas en los dias anteriores, se persuadian que por aquel paraje podrian abrirse el paso que deseaban á lo interior de la villa; de modo que le fué preciso á Orellana socorrer con algunos soldados que separó de otros, donde el peligro y la necesidad no eran tantos, aumentándole tambien su fuerza con alguna tropa, de la que se mantenia de reserva, para acudir donde llamase mas la atencion por semejantes ocurrencias.

El silencio que siguió al tumulto tenía algo de solemne, y cuantos hombres lograron escapar a la carnicería se miraban unos a otros con gravedad, como admirados de volverse a ver. Algunos llamaban al amigo; otros, al hermano, que no respondía, y dirigiéndose en su busca por la trinchera, a lo largo de los parapetos o por la rampa, gritaban: «¡Eh! ¡Jacobo, Felipe! ¿Eres

Uno se encontró en una trinchera un morralillo con un cantero de pan y medio chorizo envuelto en una carta. Por último, subieron todos hasta el reducto inmediato al precipicio, y con grande algazara inventaron otro juego. Reunidos en grupos, empezaron a tirar cantos a la sima.

Todos los inviernos, metidos en el barro, hundidos en la trinchera bajo la lluvia, se decían: «Este será el último.» Y llegaba otro invierno, y luego otro, y á continuación otro, sin que la vida cambiase. De aquí su gesto fatalista y resignado, un gesto de hombres que se amoldan á todo y acaban por creer que su miseria será eterna, que nunca volverán los humanos tiempos de la paz.

Al acabar la noche siguiente, se arrimaron los indios á la trinchera del enemigo, y si hubieran hecho las cosas con silencio, les hubiera salido bien su estratagema: mas como se acercasen de repente con griteria, los sintió todo el ejército: entonces despertándose el enemigo, se puso sobre las armas, y casi por todo el dia duró la guerrilla, pero sin especial ventaja; salvo que los de la Cruz quitaron una tropa de caballos al enemigo, habiendo muerto tres de los que la custodiaban: de parte de los indios solo murió un gentil.

En el mismo instante saltó un poco de polvo encima de la cabeza de su padre; se formó un pequeño agujero en la tierra. Pronto, lejos de aquí dijo empujando á don Marcelo. En el interior de una trinchera cubierta fué la despedida, breve, nerviosa: «Adiós, papáUn beso, y le volvió la espalda. Deseaba correr cuanto antes al lado de los suyos. Se había generalizado el fuego en toda la línea.

El que cae en manos de los boches sabe que es hombre muerto: nos colocan fuera de toda ley... ¡Y nosotros... nosotros, siempre que podemos...! Hasta cuando nos insultamos de trinchera á trinchera nos enorgullece ser de la Legión. Una noche, los de enfrente, al oirnos hablar en español, empezaron á gritar en nuestro idioma. Debían ser alemanes procedentes de la América del Sur. «¡Ah, macabros!

Ver, al huir de una fuerza mayor, cómo aparece, entre el verde de las heredades, el campanario de la aldea donde se tiene el asilo; defender una trinchera heroicamente y plantar la bandera entre las balas que silban; conservar la serenidad mientras las granadas caen, estallando a pocos pasos, y caracolear en el caballo delante de la partida, marchando todos al compás del tambor...

Pero socorridos con oportunidad por la tropa que estaba de reserva en la plaza mayor, recobraron nuevo aliento, y cargaron con tanta bizarria á los enemigos, que los hicieron retroceder aun con mas aceleracion de la que habian entrado, dedicándose inmediatamente al reparo de la trinchera que habian inutilizado los rebeldes.