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Actualizado: 13 de julio de 2025
Isabel contestaba sonriendo y con transparente satisfacción. No sé: creo que hasta ahora no le ha dado por ahí. Está tan metido por mis faldas que parece un niño de tres años.... La verdad es que le ha de costar trabajo hallar una mujer que le quiera tanto como yo. Y así era como ella lo decía.
El Comendador, á pesar de sus distracciones, miró á Doña Clara con extraordinaria curiosidad. Era una niña de poco más de diez y seis años. El color de su rostro, de un moreno limpio, teñido en las mejillas y en los labios del más fresco carmín. La tez parecía tan suave, delicada y transparente, que al través de ella se imaginaba ver circular la sangre por las venas azules.
Pero tú me has entendido, porque tus orejas se levantan y tus relinchos redoblan. ¡Valor, he ahí mi tartana! he ahí mi enamorada que se balancea sobre las olas como una gaviota se deja mecer en su nido por una onda transparente.
Entre ambas alturas el llano entenebrecido; el cielo dividido en dos fajas horizontales y paralelas: la superior cerúlea y transparente; la inferior teñida de color de violeta.
A sus ojos, la naturaleza se hallaba iluminada por una nueva luz, más clara, más transparente, más límpida, más cruda que la luz apagada del sol. Su preocupación subrayaba, por decirlo así, todo lo que sus ojos veían.
Tomó la gran redondela de cristal que estaba sobre la mesa, y al colocarla en uno de sus ojos fué tal su emoción, que faltó muy poco para que el disco duro y transparente cayese como un proyectil, matando á varios doctores del cortejo. Debo estar soñando se dijo el ingeniero . Esto no puede ser. Resultan demasiadas sorpresas juntas para que yo acepte como realidad lo que veo en este momento.
Reflejando en el camino el hermoso transparente del cielo El desierto se anima con tu presencia Y a un aliento de tus aguas Se inclina el árbol añoso Cobijándote en sus ramas. A tu lado, los alegres pajarillos cantan sus amores Y los hombres han de arrodillarse para beber de tus aguas. «Aquí beberá el caminante», dijo una voz.
Estaba, sin embargo, tan demacrada, que los que la veían a intervalos largos quedaban sorprendidos. Lejos de perder con esto la belleza, parece que se había aumentado. Su tez era más fina y transparente; los ojos más brillantes. Una mañana dijo que no tenía deseos de levantarse. Raimundo se sentó al lado del lecho y se puso a leerla una novela. Al cabo de un rato le dijo: Estoy mal a gusto.
«Era un conjunto escribe la marquesa de enterezas y formalidades de hombre, de sinceridades de niño y de entusiasmos de artista, envuelto en un cendal de los más nobles y honrados pensamientos; pensamientos que se le leían, aunque callara, como si su cerebro fuera urna de transparente y limpio cristal.
Haciendo la guerra á los moluscos, mantiénese también molusco, es decir, constantemente embrionario y ofrece el extraño aspecto, ridículo y caricaturesco, sí no fuera terrible, del embrión que va á la guerra de un feto cruel, furioso, blando, transparente pero delicado y cuyo soplo es mortal.
Palabra del Dia
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