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Actualizado: 13 de julio de 2025


Unos decían que se hallaba en segundo grado de tisis, otros que en tercero, y había también quien sostenía que sólo se hallaba en primero. De todos modos, nadie dejaba de asignarle alguno de estos grados confortables. Era un ser apacible y transparente o por lo menos traslúcido, como si estuviera fabricado de porcelana de Sevres, que vivía, sonreía y tosía.

Desde esta altura sus ojos abarcaban únicamente el segundo término, o sea el mar inmóvil, que parecía cubierto de una costra diáfana y transparente, una costra de vidrio reflejando el azul denso y pastoso de la profundidad.

Dudó, se llevó una mano á los ojos, como si quisiera aclarar su visión con enérgico restriego. ¿Realmente era ella?... ; era ella, vestida de blanco, apoyándose en la barra de hierro que separaba los estanques del público, mirando fijamente el espejo sin azogue que cubría como una puerta transparente la caverna rocosa.

Con ademán violento suelta su capa; da un salto, y se oye el golpe sordo de una caída contra la roca viva. Gertrudis, medio desvanecida, se agarra a la cadena; en el agua transparente ve pasar un bulto obscuro que desaparece en el torbellino de espuma. Un segundo después pasa otro bulto... Pasan como dos sombras delante de ella. Alza los ojos.

El poderoso sol de los trópicos, que atraviesa de parte á parte su pequeño ser transparente, tiene, al parecer, sobre ellos la atracción de un invencible magnetismo. Cuando baja el mar y quedan al aire libre, permanecen abiertos como estaban y beben la luz.

Se dejó caer en otro banco y el soldado transparente se detuvo, volviendo hacia ella un rostro sombrío, desesperadamente sombrío. No te pongas triste. ¡Si supieras cuán cansada estoy! Pero tu abuela no te abandonará nunca.... Alberto, espérame. ¡Allá voy, pequeño mío!

Estaba blanca y delicada como un copo de nieve; azules e hinchadas venas surcaban su enflaquecido cuello, y su frente, de una blancura tan transparente que parecía que una luz lo iluminara interiormente, estaba cubierta de gotas de sudor.

Al parecer es en el mismo punto donde las hojas entran en el remolino y se sumergen dando vueltas; en esos sitios el agua se extiende en lienzos, se pliega en ondulaciones y se precipita por rápidas pendientes; á la misma altura, al parecer, se mojan las raíces del álamo y la flor de miosotis se baña en el agua transparente.

Más tarde, ya hombre, no fué menor mi sorpresa al ver en una playa cierto animal luminoso. A través de su cuerpo transparente, divisaba los morrillos y la arena. Incoloro como el cristal, un poco consistente, temblando al tocarlo, aparecióseme como á los antiguos y como al célebre Reaumur, que llamaba sencillamente á esos seres agua gelatinificada.

Su cuerpo, hoy, no es más que una urna de cristal transparente con un alma en el fondo.

Palabra del Dia

malignas

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