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Actualizado: 1 de mayo de 2025


Pasó por su rostro una expresión tan maligna al hablar así, que su marido se levantó del sillón frunciendo las cejas. Piensa lo que dices... Necesito que me aclares esas palabras. Pero no pudo seguir hablando. Ella había transformado completamente la expresión de su rostro, y empezó á reir con carcajadas infantiles, al mismo tiempo que chocaba sus manos. Ya se ha enfadado mi cocó.

El hombre que no tiene mas guia que su corazon, es el juguete de mil inclinaciones diversas, y á menudo contradictorias: una lijerísima pluma en medio de una campiña donde reinan los vientos, no lleva las direcciones mas variadas é irregulares. ¿Quién es capaz de contar, ni clasificar, la infinidad de sentimientos que se suceden en nuestro pecho, en brevísimas horas? ¿Quién no ha reparado en la asombrosa facilidad con que se pasa de la viva afición á un trabajo, á una repugnancia casi insuperable? ¿Quién no ha sentido simpatía ó antipatía, á la simple presencia de una persona, sin que pueda señalarse ninguna razon de ello, y sin que los hechos ofrezcan en lo sucesivo motivo alguno que justifique aquella impresión? ¿Quién no se ha admirado repetidas veces de encontrarse transformado en pocos instantes, pasando del brio al abatimiento, de la osadía á la timidez ó vice-versa, sin que hubiese mediado ninguna causa ostensible? ¿Quién ignora las mudanzas que los sentimientos sufren con la edad, con la diferencia de estado, de posicion social, de relaciones familiares, de salud, de clima, de estacion, de atmósfera?

Estaba transformado don Pablo, y hasta los pájaros de la pantalla debieron volver sus cuellos arqueados y sus largos picos, asombrados de oír hablar así al viejo pusilánime que, noche a noche, iba a contarles sus tristezas. ¡Ah! Pablo, Pablo dijo misia Casilda con un suspiro, no es tu corazón el que ahora habla.

Los moriscos, privados por la conquista de aquella fortaleza de su mejor defensa, deponen al fin las armas, y se acogen al perdón que el Rey les concede. Luis Pérez el Gallego. Este no es un drama, en el sentido rigoroso de la palabra, sino una serie de situaciones, enlazadas entre , de la vida de Luis Pérez, noble gallego, transformado en salteador por un concurso fatal de circunstancias.

Mientras D. José, en lo alto de la sagrada cátedra, se sonaba con un pañuelo de yerbas y se limpiaba las narices repetidas veces de un modo mesurado e imponente, propio para ejercer saludable fascinación en el ánimo de aquellos sencillos campesinos, el cura de Riofrío, transformado en hostiario, ordenaba el concurso de suerte que todos pudiesen oír cómodamente al orador.

Si seguían el impulso de las huelgas, era por el ruido y el desorden que éstas traían. De los antiguos, quedaban aún muchos fieles a la idea, pero apocados de ánimo, miedosos, encorvados bajo el temor que habían sabido infundirles los ricos. Hemos sufrido mucho, Fernando. Mientras estabas allá lejos padeciendo, esto nos lo han transformado.

Los dos, después de diversas aventuras, son cautivados por los moros de África. Pero el amor de Isabel á su acompañante se ha transformado poco á poco en verdadero odio; lo abandona, por tanto, y accede á los ruegos del Rey de los moros, que la pretende, llegando á ser la sultana favorita y á renegar de la fe cristiana.

El propio Godfrey, cuando le preguntaron bromeando si ya estaba fijado el día, sonreía con la sensación agradable de un pretendiente que hubiera podido responder «» si así lo hubiera querido. Se sentía transformado, libre de la tentación y la visión de su vida futura se le aparecía como una tierra prometida por la que no tenía necesidad de combatir.

Dentro de ella se ocultaba el gran secreto, cuyo conocimiento había transformado en millonario a Burton Blair, el pobre marino sin hogar. Lo que era, ni Mabel ni yo pudimos ni por un momento imaginarnos. Ambos estábamos sin aliento, igualmente ansiosos de cerciorarnos de la realidad. No hay duda, jamás hombre alguno se vio en su vida delante de un problema más interesante o enigmático.

Júpiter, Apolo y Venus habían descendido de su trono y se habían refugiado en el fondo de antros: aquellos cuyo augusto rostro irradiaba la luz, quedaban condenados á vivir para siempre en las tenebrosas cavernas. Las fiestas del Olimpo se habían transformado en aquelarres á los cuales iban asquerosas brujas cabalgando en escobas á evocar al diablo en las noches borrascosas.

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