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Decir que los sentidos no son buenos jueces en esta materia, porque ellos se limitan á la simple sensacion, y por lo mismo no sirven para juzgar de los objetos, es apelar al idealismo; pues que con la misma razon se podria afirmar que los sentidos, limitándose como se limitan á la simple sensacion, no bastan á cerciorarnos de la existencia de los objetos respectivos.

Para cerciorarnos de que la explicacion es fundada, y de que se han señalado los caractéres constitutivos del concepto, veamos si sus aplicaciones á objetos determinados corresponden á lo que se ha establecido en general.

La demanda, lejos de disminuir ha ido creciendo cada vez mas, como hemos podido cerciorarnos por nosotros mismos en el comercio de libros de que hace veinte años que nos ocupamos, obteniendo precios subidos, que no ha alcanzado entre nosotros ningun libro, los pocos ejemplares que por casualidad se ofrecen en venta.

Tratamos de cerciorarnos con exactitud de cómo se había enfermado, pero ni Reginaldo ni el doctor pudieron sacar nada en claro. Perdí el conocimiento de pronto, y no recuerdo nada más fue todo lo que el moribundo dijo. Pero añadió, volviéndose otra vez a , no avisen a Mabel hasta que todo haya terminado. ¡Pobre criatura! Mi única pena al irme de este mundo, es tener que dejarla.

Pregunta el ateo qué medio tenemos para cerciorarnos de la existencia de Dios; y como que exige una aparicion de la divinidad para creer en ella; pues bien, esa aparicion existe, y fuera de nosotros, sino dentro de nosotros: y si es perdonable que no la vean los hombres poco reflexivos, no lo es el que no acierten á descubrirla, los que se precian de entendidos en ciencias metafísicas.

Al contemplar estas formas enteramente vacías, el entendimiento es juguete de visiones fantásticas de cuyo conjunto resulta el espectáculo que ora nos parece de realidad ora de posibilidad, no obstante de que ó es un puro nada, ó si es algo, no puede cerciorarnos jamás de la realidad que posee. De todos le será lícito apelar, ya que comienza recusando al juez á título de incompetencia.

Preguntamos si hay fiebre, deseando secretamente una respuesta negativa; pero, a pesar de cerciorarnos de que la enfermedad fatal reina en Fort-de-France, nos resolvemos a descender, persuadidos de que el buque, inmóvil y pegado a tierra, bajo un calor de 37°, no es el refugio más seguro para evitar el contagio. El nuevo gobernador ha bajado pomposamente hace dos horas.

Asentados los principios y reglas que deben guiarnos en las cuestiones de posibilidad, pasemos ahora á las de existencia, que ofrecen un campo mas vasto, y mas útiles y frecuentes aplicaciones. De la existencia ó no existencia de un ser, ó bien de que una cosa es ó no es, podemos cerciorarnos de dos maneras: por nosotros mismos, ó por medio de otros.

De la existencia no se puede inferir la necesidad; el testimonio de la conciencia se limita á cerciorarnos del hecho; pero en esta misma conciencia no encontramos ningun indicio de que este hecho sea necesario, de que no haya dependido de un agente superior; muy al contrario, el sentimiento de nuestra debilidad, la brevedad del tiempo á que se extienden los recuerdos de nuestra conciencia, la interrupcion natural y periódica que en ella experimentamos durante el sueño; todo manifiesta que el hecho de la conciencia no es necesario, y que el ser que lo experimenta ha comenzado de poco tiempo atrás su existencia, y que podria perderla, siempre que dejase de conservársela el ser infinito.

Costa, que ya nada tenemos que hacer aquí. Hemos seguido una pista falsa. Vamos a cerciorarnos de ello y en seguida emprenderemos la marcha otra vez. En efecto, aquella misteriosa secuestradora no era otra que el ama de gobierno de D. Ricardo Fanjul, un rico propietario viudo. El niño era su hijo, que había pasado algunos días en Madrid en casa de una hermana.