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Actualizado: 16 de mayo de 2025


En ese caso, mira lo que vas á hacer; te acercas muy despacio, hasta colocarte detrás de la silla de Lucía; le tomas la cabeza traidoramente, le estampas un beso en las mejillas, así, con fuerza, y luego verás lo que ella hace á su turno.

Dígaseme ahora con sinceridad si aquellos dos dedos de Frasquita no eran más fieros y traidoramente destructores que todos los rejones, banderillas, garrochas y espadas que contra los toros se esgrimen.

D. Alonso de Aguilar, resentido de que le hubiesen hecho entregar á su enemigo el conde de Cabra los alcázares y fortalezas de la ciudad, y al conde de Alcaudete la Carrahola, sin cuyas defensas era poco seguro su predominio en Córdoba, ideó el modo de recuperarlas, y le salió bien, porque habiéndose apoderado traidoramente de la persona del mariscal D. Diego Fernandez de Córdoba, el conde de Cabra y sus parciales, amigos de este, se vieron precisados á abandonárselas como precio de su rescate.

Salieron los Mbayás á recibirnos, á menos de media legua de este pueblo, junto á un lugarillo, donde decian, aleve y traidoramente, que sosegasemos aquella noche, y nos asistirian con cuanto necesitásemos; y para asegurar la traicion que trataban, dieron al general tres indias muchachas, cuatro coronas de plata, que suelen traer en la cabeza, y cuatro planchas, cada una de medio palmo de largo, y la mitad de ancho, que se ponen en la frente por adorno.

Cada vez que leía en los periódicos sus hazañas en el mar del Norte, una oleada de indignación pasaba por su conciencia de hombre simple, franco y recto. Atacaban traidoramente escondidos en el agua, disimulando su ojo asesino y largo, semejante á las antenas visuales de los monstruos de la profundidad.

Así lo refieren Ibn Sahibi-a-saláten su Historia de los almohades, Ibnu-l-khattib, y Conde. Gayangos en su apéndice D al tomo II de Al-Makkarí, refiere que estando Ben Ganyah en Jaen sitiado por el rey cristiano, aprisionó traidoramente á uno de sus condes encerrándolo en el castillo de Alcalá de Ben Zaid.

¿Qué es esto? ¿Qué pasa? dijo el Comendador. ¿Dónde ha estado V. hasta ahora? ¿Dónde he de haber estado? En casa de Doña Blanca, donde hice mal y remal en introducirte traidoramente. ¡Buena la has hecho! ¿Qué demonios te aconsejaron cuando hablabas? ¿Qué dijiste á la infeliz? ¡Vaya un berrinche que ha tomado! Está mala. ¡Dios quiera que no se ponga peor!

No habrá aquello de «me caso contigo». Entonces te lo decía; pero no pensaba hacerlo, no creas... Ya lo suponía. ¡Y la verdad es que me gustabas muchísimo!... Y si he de serte franco, creía hacer contigo la gran conquista. Yo quería acreditarme entre mis compañeros, y decía para : «Esta no se me escapa.» ¡Y qué traidoramente se me escapó! Hoy nos encontramos otra vez.

«¡Cuántos elementos de dicha perdidos y desbaratadospensó mientras daba vueltas entre los dedos á la relojera. «¡Pobre niña! volvió á murmurar; ¡qué lejos estarás de presumir lo que te esperaLa compasión penetraba en su pecho como un torrente, y lo llenaba de inquietudes. «No; no me escaparé como un ladrón después de haberme introducido traidoramente en el santuario de su alma inocente.

Mas no pienses que los acíbares faltaban en este mi primer sorbo del cáliz de los amores; no, Abenzeid; el absinto del dolor se desliza traidoramente entre los labios de la juventud, y esta sentencia tuya sonaba siempre como presagio en mis oídos.

Palabra del Dia

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