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Actualizado: 4 de mayo de 2025


Me he compadecido de tanta miseria; yo no puedo ver una desgracia semejante sin acudir al instante á remediarla. ¡Ah! ¿qué idea teníais de ? Porque otra vez me debieron un pico y les apuré y les ahogué, ¿creen que soy de mármol? Tontos, era porque entonces les triunfando y gastando, y francamente, el dinero que yo gano con tanto afán no es para tirado en francachelas.

Y... vedme muerto, que entre un tuvo y un no tiene, hay un mundo de por medio. En prisiones me han tenido, y hoy á la corte me vuelvo á ser pelota de tontos y pasadizo de enredos. Pues en lo de hacer hablar con vos en verso al más topo cuando queréis, sois el mismísimo Quevedo de hace tres años; cinco minutos lo menos hemos estado hablando en romance.

Oye, Feli, no nos pongamos tontos. ¿A qué ir con disimulos y coqueterías, como si nos viésemos ahora por primera vez?... Yo te quiero; me quieres; los dos nos queremos. ¡Me parece que más sencillo!... No hay otra diferencia entre nosotros, que , como mujer, eres más lista en asuntos de amor y te has enterado antes de la verdad.

¿Y no le habéis ahuyentado por no espantar la caza? bien hecho; por lo mismo dejaréle yo allí: pero entrémonos en este zaguán. Entrémonos. ¿Y estáis seguro de que don Rodrigo Calderón está ahí dentro, y si está de que saldrá por ahí? No lo estoy, pero espero. Vais haciéndoos á las costumbres de los enamorados tontos, que se pasan la vida en esperar á bulto. Por más que hagáis... No os curo. No.

En todas las edades de la vida tenemos los hombres algo de niños, y siempre hay un «juguete» que nos llega cuando y por donde menos lo pensamos, que nos sorprende y nos encanta y nos preocupa, y hasta «nos hace buenos...» y además tontos.

Cada cual refería sus proezas en la caza, y después que el vino circuló en abundancia, no hubo medio de entenderse. ¡Qué discursos, Dios mío! ¡Cuánta ignorancia! ¡cuánta fatuidad! Menos mal, cuando estos nobles señores no son más que tontos o fatuos; pero muchos de ellos se distinguían por su grosería y malos modales.

En fin, esperemos que don Ramón vaya a Europa mañana, compre un título, y que Blanca sea Baronesa de algo... dijo don Benito después de haber apurado una copa de champagne. ¡Diablo con Montifiori! qué vino nos hace beber! ¿Pero quién lo surte?... agregaba don Benito; este champagne es abominable... ¿si nos creerá tontos este gran pieza de Montifiori?

De donde se podía colegir que los que gobiernan, aunque sean unos tontos, tal vez los encamina Dios en sus juicios; y más, que él había oído contar otro caso como aquél al cura de su lugar, y que él tenía tan gran memoria, que, a no olvidársele todo aquello de que quería acordarse, no hubiera tal memoria en toda la ínsula.

Pero no hay que decir que Meñique era bueno. Bueno tenía que ser un hombre de ingenio tan grande; porque el que es estúpido no es bueno, y el que es bueno no es estúpido. Tener talento es tener buen corazón; el que tiene buen corazón, ése es el que tiene talento. Todos los pícaros son tontos. Los buenos son los que ganan a la larga.

Almorzó bien, recibía cuantos amigos llegaban á verle, y á todos les endilgaba la consabida historia: «Conformidad.... ¡Qué le hemos de hacer!... Está visto: lo mismo da que usted se vuelva santo, que se vuelva usted Judas, para el caso de que le escuchen y le tengan misericordia.... ¡Ah, misericordia!... Lindo anzuelo sin cebo para que se lo traguen los tontos

Palabra del Dia

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