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Actualizado: 4 de mayo de 2025


Están muy buenos... exclamó Bringas agitando el sombrero de paja, como si fuera a dar un viva . Si los baños del Manzanares son los mejores del mundo... Mira qué colores ha echado la niña. Alfonsito parece un roble... Cada vez me río más de los tontos que se van fuera... Y no creas, anoche he estado pensando en eso... Digan lo que quieran, siempre hay gastos.

Vaya si lo ; como que estaba allí, detrás de aquel tapiz, y no he perdido uno de los gestos, una sola de las convulsiones que os ha causado el ver al rey hecho por un momento rey. Y el bueno de Felipe, traía su lección bien aprendida; no ha olvidado nada; y es que los tontos tienen muy buena memoria. ¡Ah! ¿Han hecho aprender á su majestad una relación de memoria? , excelentísimo señor.

De nada le vale a usted ser honrado, si la maldad de los demás le obliga a hacer una barbaridad. Eso está muy bien discurrido. ¡Oh!, la desgracia vuelve sabios a los tontos... No, no somos dueños de nuestra vida. Estamos engranados en una maquinaria, y andamos conforme nos lleva la rueda de al lado.

Porque Rubín podía ser un tonto; pero no era un tonto vulgar, era uno de esos tontos que tocan lo sublime con la punta de los dedos. Verdad que no llegan a agarrarlo; pero ello es que lo tocan.

Por esto Dios, a todos los sobones y entrometidos que le siguen los pasos y le cuentan las arrugas, les castiga volviéndolos tontos. Conque, saque usted la consecuencia.

Lo dice por embobar a Ido y otros tontos como él... Ni ¿qué destino le van a dar a un hombre que firma con una cruz?

Otras veces aparecía Tonet con un bulto en el vientre: la faja llena de altramuces y cacahuetes, comprados en casa de Copa; y siguiendo el camino lentamente, comían y comían, mirándose el uno en los ojos del otro, sonriendo como unos tontos sin saber de qué, sentándose muchas veces en un ribazo sin darse cuenta de ello. Ella era la más juiciosa, y le reprendía. ¡Siempre gastando dinero!

No os parezcáis á los tontos, que cuando les viene mal un negocio se emborrachan. Ponedme vino. Beberéis vos sola. ¡Queréis tener sobre ventaja! Ando delicadillo y no me atrevo con Yepes; bastante tengo con vos. Decís bien... pero yo necesito hacer algo. ¿Y os embriagáis? Dicen que un clavo saca á otro clavo; quiero ver si una embriaguez me quita otra. Y levantó el vaso.

D. Basilio Aguado dividía a los parroquianos o clientes en dos razas; los que le llamaban D. Basilio y los que le llamaban Aguado. Estos últimos le comprendían; los otros eran, o tontos o malvados. Emma tenía la habilidad de no equivocarse nunca; le llamaba siempre por el apellido.

Por no saber, no sabes ni siquiera perderte». Pero se contuvo y se tragó su ira, desahogándola después en agitado soliloquio: «No he visto otra. No tiene vergüenza, ni tampoco sentido común. ¡Qué canalla y al mismo tiempo qué bestia! Si hubiera un Infierno para los tontos, ahí debieras ir de cabeza».

Palabra del Dia

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