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La marquesa estaba en una función religiosa, que costeaba con otras señoras. Era una Novena dedicada a no qué santo titular, con Manifiesto, Estación, Rosario, Sermón, Novena, Gozos del Santo, Santo Dios y Reserva. Acudió allá Rosalía, deseosa de ver a su amiga aquella misma tarde. La calle estaba llena de coches elegantes.

Desde el dia en que se publicáre solemnemente la aprobacion del padron, repartimientos y propiedades asignadas, con el nombre y titular de ciudad ó villa, deber

De estas funciones la que se hace con más solemnidad es la del día del santo del patrón titular del pueblo.

Provenía don Restituto de una familia humilde de la Montaña, y en este accidente del nacimiento fundaba su crédito a cierta nobleza titular, pues para él todos los montañeses llevan algo de sangre hidalga. Había ido de niño a Cuba, y allí, en treinta años de reclusión y trabajos forzados, había amontonado un fortunón.

La Nela, que comenzaba a ver claro, observó los vestidos de la señorita de Penáguilas. Eran buenos y ricos; pero su figura expresaba a maravilla la transición no muy lenta del estado de aldeana al de señorita rica. Todo su atavío, desde el calzado a la peineta, era de señorita de pueblo en día del santo patrono titular.

Coronaba el estrado un magnífico cuadro de la Dolorosa, Nuestra Señora del Recuerdo, titular del colegio, y a su derecha presidía el acto el cardenal arzobispo de Toledo, bajo riquísimo dosel, y el rector y profesores del colegio sentados en tomo.

Por disposiciones capitulares fue agregado este convento a la provincia de Valencia y en todos tiempos hubo en él religiosos doctos y ejemplares: el edificio era muy hermoso, el templo muy digno de admiración, y su titular era el Salvador: quedó dicho convento muy arruinado en la guerra contra los franceses, casi del mismo modo que el que fue Trinidad, y que hoy está destinado a escuelas públicas.

Con todo, no vale la pena una aristocracia inofensiva ó puramente titular de hacer tanto ruido y de empeñarse en conservarla legalmente. Mejor sería que su valor se estableciese por la opinion fundada en la libertad. Como quiera que sea, la aristocracia española es realmente un pergamino viviente.

Transcurridos pocos meses, y aproximándose la fiesta titular de la heredad, mi mujer, a fuer de buena madrileña propuso que la fiesta fuese celebrada con especial pompa.

Hablamos algo más todavía, aunque sin tomar los asuntos tan a pecho como antes; y acabando por donde debía haber empezado, averigué que el médico se llamaba Manuel; que le llamaban «Neluco» desde que tenía uso de razón, lo mismo allí que en su pueblo nativo; que no le quedaba en éste, muerto su padre pocos años hacía, más familia que una hermana, casada con un propietario de las inmediaciones; que si no era médico de su propio lugar, consistía en que al recibir el título de Licenciado en Madrid, estaba vacante la plaza del titular de Tablanca, la cual pretendió y le dieron, no siendo fácil hallar otra más de su gusto que aquélla, a no ser la de Robacío, que estaba entonces y continuaba estando ocupada, y, por último, que tenía veintinueve años y que había empezado a los veinticuatro a ejercer la profesión en Tablanca, donde se hallaba como en su propio lugar, y tan apegado a «sus enfermos» como el pastor a su rebaño.