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Actualizado: 22 de julio de 2025


A estos daños vive sujeto el Capitan que sirve á Príncipes tiranos ó pequeños, en quien siempre la sospecha y recelos tienen el primer lugar en sus consejos. Dichoso el que obedece y sirve á grande y poderoso Monarca, en cuya grandeza no puede caber ofensa nacida del aumento de su vasallo.

Hasta los tiranos y los conquistadores han reconocido el poder irresistible de la poesía, persiguiendo con mas encarnizamiento á los poetas que á los soldados en armas.

Que la multiplicación de los templos y de los teólogos en una región no tiene influencia de ninguna clase sobre los caracteres del suelo y del clima, ni sobre la criminalidad, ni suprime los terremotos y los tiranos, ni detiene las epidemias ni las pestes, cualquier persona sensata podría observarlo; pero el que mostraba síntomas de sensatez era perseguido a muerte por los poderes públicos, y el mismo Blas Pascal, que se hacía torturar las carnes con un cilicio, para asegurarse la salud a la moda del tiempo, no se vio libre de persecuciones.

Yo no quiero decir que nuestra libertad se conquiste á filo de espada, la espada entra por muy poco ya en los destinos modernos, pero, , la hemos de conquistar mereciéndola, elevando la razon y la dignidad del individuo, amando lo justo, lo bueno, lo grande hasta morir por él, y cuando un pueblo llega á esa altura, Dios suministra el arma, y caen los ídolos, caen los tiranos como castillo de naipes, ¡y brilla la libertad con la primera aurora!

Ora corsario de los hombres libres Se mi enseña por do quier flotar, Y el marinero en medio de la noche Suele decir: «Ahí la «LibertadSoy el amigo del pueblo, Ante nadie me arrodillo, Ni á los esclavos halago, Ni á los déspotas me humillo. Vivo en el mar, desprecio los tiranos, Nunca con ellos enlacé mis manos.

No, no: yo voy á quebrantar los yugos, Con que oprimen al pueblo los tiranos. ¿Á dónde vas? Á confesar mi culto En presencia del Juez y sus lictores. Se perderá tu voz en el tumulto Que alzarán los serviles oradores. No, no: yo voy á predicar mi culto En presencia del juez y sus lictores. ¿Á dónde vas? Voy á entregar mi cuello Sobre el cadalso donde Dios me aguarda.

Durante algunos siglos ese pueblo ha ofrecido al mundo un extraño contraste: miéntras que defendia con ardor su libertad é independencia, daba el escándalo infamante de sus capitulaciones y enganches para suministrar regimientos de mercenarios á casi todos los tiranos ó déspotas de Europa.

Transformados así los ideales directrices de la conducta individual, esclarecida y reafirmada esa tendencia natural primaria del espíritu a estimar a los individuos según el bien que produzcan para los demás hombres, que no ha suscitado los tiranos y los usureros, pero los mártires de las ciencias y las artes, los héroes de la libertad, de la justicia, de la fraternidad, de la filantropía, los exploradores, los inventores, los educadores, los pensadores, los músicos, los poetas, los conspiradores, los patriotas, el bienestar del individuo, que hasta ahora "depende de lo que se anexa, absorbe o apropia, dependerá de lo que irradie", como dice Hubbard, y entonces el plano en que se desliza la conducta personal en la sociedad habrá invertido su inclinación de la iniquidad a la rectitud, del egoísmo al altruismo, de la soberbia a la benevolencia, de la insolencia a la cortesía, de la hipocresía a la sinceridad, de la mentira a la verdad, y habrá llegado para el común de las gentes esa situación de las almas superiores en todos los tiempos, desde Sócrates, Platón, Jesús, Epicteto y Marco Aurelio, hasta el filósofo de Massachussets, que la describe así: "Todo hombre tiene cuidado de que no le engañe su vecino.

En él vio un hombre que era al mismo tiempo literato, artista y de familia de príncipes, y creyó haber encontrado el ser ideal que había visto en sus dorados ensueños. A sus padres, que se oponían a aquella unión, los miraba como tiranos de melodrama, de ideas atrasadas y sumisos en el oscurantismo...

¡Lo mismo digo! gritaron otras muchas voces alrededor de Simón . ¡Fuera ese artículo! ¡Abajo la comisión! ¡Orden! gritaba el presidente dando bastonazos sobre la mesa. ¡Afuera la canalla! vociferaban los señores propietarios, encarándose con la masa tabernera. ¡Abajo los tiranos! gritaban algunos caldistas desde lo último de la sala . ¡Viva el pueblo que trabaja!

Palabra del Dia

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