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Actualizado: 22 de julio de 2025
Así la mar en su insondable seno Guarda la perla honor de una corona; Así la flor lejos del prado ameno Da su fragancia en solitaria zona. Tal vez aquí hay un Hampden sin historia Que afrontó de su campo á los tiranos, O algun Milton sin cantos y sin gloria, Ó un Cromwell puro, con incruentas manos.
Entre tanto, en la santa ciudad de Benarés, cerca de cuyos muros se hallaba el hipogeo, se celebraba, aquella noche, espléndida, alegre y ruidosa velada: la fiesta más solemne del culto de Crishna. No era la conmemoración de sus triunfos guerreros, cuando daba muerte a tiranos y a monstruos, a endriagos y serpientes.
Tú te has hecho justicia con tu crimen: Mi noble patria batirá las manos, Al ver que en tí sacuden sucio limen Los libres que combaten á tiranos. Signe por esa huella ensangrentada Que el verdugo señala con su planta, Y encontrarás al fin de la jornada Un buen cordel que oprima tu garganta.
Mil ciudades, mil palacios diera yo por el rincon de Filipinas, ¡donde lejos de los hombres me siento con verdadera libertad! Allí, con la naturaleza cara á cara, delante del misterio y del infinito, el bosque y el mar, pienso, ¡hablo y obro como un hombre que no reconoce tiranos!
Los tiranos de Roma no impedian á los mártires comunicar entre sí, ya en las cárceles, ya en el instante de caminar ó recibir la muerte; pero aquellos eran emperadores i gentiles, i estos eran jueces del Santo Oficio de la Inquisicion, i teólogos.
Reía amargamente de su optimismo en aquella ocasión, de la confianza que le había hecho despreciar todas sus ideas sobre el pasado. Los muertos mandan: su autoridad y su poder son indiscutibles. ¿Cómo había podido él, a impulsos del entusiasmo amoroso, desconocer esta enorme y desconsoladora verdad?... Bien le hacían sentir los lóbregos tiranos de nuestra vida todo el peso abrumador de su poder. ¿Qué había hecho él para que en este rincón de la tierra, su último refugio, le mirasen como un extraño?... Las innumerables generaciones de hombres cuyo polvo y cuya alma estaban confundidos con la tierra de la isla habían dejado como herencia a los presentes el odio al extranjero, el miedo y la repulsión al extraño, con el que vivieron siempre en guerra.
Con España y sin España serían siempre los mismos, y acaso, ¡acaso peores! ¿A qué la independencia si los esclavos de hoy serán los tiranos de mañana? ¡Y lo serán sin duda porque ama la tiranía quien se somete á ella!
Palabra del Dia
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