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Actualizado: 12 de junio de 2025
Nada seguramente. Nos casaríamos, y acto continuo nos iríamos á Jerez, para que conociese á sus amigas y á sus tíos. ¡Qué susto llevarían todos al verla del brazo de un caballero, y mucho más, cuando supieran que este caballero era su marido! Estaba tan linda, tan graciosa, que no pude menos de pedirle con vehemencia que me permitiese darle un beso. No fué posible.
«¿Sabes lo que se me ha ocurrido? dijo Santa Cruz a su mujer dos días después en la estación de Valencia . Me parece una tontería que vayamos tan pronto a Madrid. Nos plantaremos en Sevilla. Pondré un parte a casa». Al pronto Jacinta se entristeció. Ya tenía deseos de ver a sus hermanas, a su papá y a sus tíos y suegros.
No digo yo por diez millones; pero por diez mil ochavos venderían ustedes al Rey, y toda su descendencia; ladrones infames, tíos de Judas». En fin, que si no acierta a pasar el coronel Goiri, que me quería mucho, y me coge a la fuerza y me arranca de allí y me lleva a mi casa, aquella tarde sale el redaño de un cura a ver la puesta del sol.
Pues la cocinera m'a dicho que la señorita ha sío cómica, que una vez la vio de trabajar, pero que ahora está desconocía, porque está muchísimo más guapa; y que fuera de Madrid tomó relaciones con un señor y se casó; pero algunos dicen que no están casaos, y que por eso no la quién ver sus tíos, que son estanqueros; y otros dicen que ella es la que no le da la gana de ajuntarse con ellos, porque le da vergüenza de que son gente ordinaria; y me extraña, porque la señorita es buena.
Los libros que sucesivamente iba poniendo delante de los ojos no le interesaban: las cuartillas permanecían en blanco a pesar de sus esfuerzos desesperados para llenarlas. Cuando se aproximaba la hora del almuerzo se encaminó a las habitaciones de sus tíos con ánimo de hablar con ellos acerca del asunto que le preocupaba.
Esos tíos de Vigo exclamaba dicen que su ciudad es mejor que la nuestra y que debiera convertírsela en capital de la provincia. ¿Ha oído usted alguna vez una locura semejante? ¿Se le hubiese ocurrido a usted nunca comparar a Vigo con Pontevedra? Yo no sé replicó el inglés . Yo nunca estuve en Vigo; pero he oído decir que la bahía de Vigo es la mejor del mundo. ¡La bahía! refunfuñaba el Sr.
Casi se puede asegurar que su único defecto era el de ser pobre. Mutileder, huérfano de padre y madre, no tenía predios urbanos ni rústicos, vivía como de caridad en casa de unos tíos suyos, y en Vesci no sabía en qué emplearse para ganarse la vida. Era un señor, como vulgarmente se dice, sin oficio ni beneficio.
Por ejemplo: el pobre obrero se rompe el espinazo trabajando, duerme en una mala cama, come un mal puchero, no tiene en su casa más que una silla dura en que sentarse, mientras estos tíos..., estos tíos, por no decir otra cosa, sin coger una herramienta en la mano, ni ocuparse de nada, pisan alfombras, comen de lo fino, beben y se recuestan en muebles blandos, que ellos no saben fabricar».
Tuvo intento de llamar en una puerta para que le librasen de aquel martirio; pero al hacerlo le acometió tal vergüenza que renunció á ello y prefirió seguir hasta Villoria. Cuando alcanzó á ver las primeras casas era ya muy cerca del amanecer. Se dirigió á la de uno de sus tíos que allí vivía, quien le desató al cabo, le consoló y le ofreció una cama para descansar.
¿Por qué lado voy? Por el que te dé la gana. Entonces voy por el de tu corazón y me quedo en él de huésped. En mi corazón no caben tíos fanfarrias... Acabo de salir de un fachendón y ¿quieres que dé en otro? Te arrepentirás de haberme insultado sin motivo. Me acerqué á María para preguntarle solamente por su sobrinito que está enfermo... Ya sabes cuánto he querido yo siempre á ese niño...
Palabra del Dia
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