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Actualizado: 12 de junio de 2025
Todos pensaban lo mismo, lanzando terribles ojeadas a los entusiastas: «Pero ¿cuándo se marcharán estos tíos «lateros»? ¡Mardita sea su arma!...»
Gener, en la peor de las esclavitudes bajo el yugo infamante de esos tíos ordinarios y de esos ricachos vulgares y pícaros, que, según nos cuenta, nos mandan y nos oprimen? Si por virtud de la evolución hemos de salir de tan horrible estado, la aurora superhumana, en vez de estar cerca, está lejísima; tardará millones de años en amanecer.
Así llegó a tener fama de bonita, sin que nadie pudiera jactarse de haber conseguido de ella una mirada cariñosa. Era lista y comprendía perfectamente, de un lado, que no le convenía incurrir en el desagrado de sus tíos ni desacreditarse a fuerza de coqueteos; y de otro, que no podía encontrar con facilidad, entre los hombres que frecuentaban el estanco, quien honrosamente mejorase su suerte.
PATROS. Bendito sea Dios, que de la noche a la mañana ha dado tanta felicidad a la señorita. ELECTRA. Anoche pidió mi mano. Hoy decidirán mis tíos la fecha de nuestra boda. PATROS. Y entre tanto, carta va, carta viene. ELECTRA. En estas horas de impaciencia febril, Máximo y yo no podemos privarnos de la comunicación escrita.
La despedida de los tíos no fue dramática. Doña Frasquita parecía decir: «Hágase tu voluntad.» Para ella Cristeta simbolizaba el teatro, es decir, la perdición y los vicios de su marido. Don Quintín sonreía mirando socarronamente a su sobrina; desde que la sabía conocedora de sus liviandades, recelaba que hablase. Cristeta estuvo muy cariñosa, y en el momento de salir del estanco, lloró.
Luego se veía con los tíos, entraba en la casa, trincaba con ellos, los enemigos jurados de su padre; ¿por intermedio de Jacinto? Era dudoso, y en uno y otro caso, pensaba ella que Esteven, más calculista que caritativo, no sería tan necio como para prestar su garantía a un joven que, le constaba, no tenía con qué responder a compromiso tan importante.
Propusiéronle sus tíos quedarse a vivir con ellos, dado que era demasiado joven para ponerse al frente de una casa, y sobre todo para guardar y autorizar a su hermana. El contaba entonces veintitrés años, y ella poco más de diez y ocho. Ni uno ni otro aceptaron el arreglo. Quisieron vivir solos y juntos.
M. de Lamartine me ha enseñado una casita que acaba de edificar en el pueblo, la cual quedará como herencia para nuestros hijos. Mi cuñado habla de ellos como un verdadero padre de familia. Con todas estas tierras que deben heredar de sus tíos, tendrán mis hijos un buen porvenir. ¡Quiera Dios que sean ricos en honor y piedad, que es lo que constituye la verdadera riqueza!
Un largo anteojo montado ante la puerta sobre un trípode enorgullecía á los socios. Les bastaba á los tíos de Ulises aplicar una ceja al ocular para decir al momento la clase y la nacionalidad del buque que se deslizaba por la lejana línea del horizonte.
Pero antes de que Carmen pudiese hablar, intervenía el talabartero. Déjalos, mujer. ¡Quieren tanto a sus tíos! La pequeña no puede vivir sin su tiíta Carmen... Y los dos sobrinos permanecían allí como en su propia casa, adivinando en su malicia infantil lo que de ellos esperaban sus padres, extremando las caricias y mimos con aquellos parientes ricos, de los que oían hablar a todos con respeto.
Palabra del Dia
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