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Actualizado: 12 de junio de 2025
Concluyó por fin el banquete con vino blanco y bizcochos; y mientras el fraile y mis tíos se fueron á dormir la siesta y mis primas á vestirse para ir á vísperas, yo me largué al campo á tomar el aire, que buena falta me hacía.
Y salió la joven de su cuidado, dando a Pablo Aquiles un niño que era un pimpollo, con una cabezota tal, que los tíos declararon unánimemente que allí debía estar encerrado todo el talento del mundo.
La víspera había recibido noticias de sus tíos. ¿Quién la escribiría? En seguida, observando que el sobre carecía de sello, se tragó la partida. Subió precipitadamente la escalera, tiró sobre la cama el abrigo, y dejó la carta sobre la mesilla de noche... ¡la misma mesita donde él ponía la vela para ver mejor los encantos de su cuerpo!
Las personas de edad que viven independientes participan algo en esta fiesta. Visitan á sus padres y tíos, doblan una rodilla y desean las buenas pascuas: su aguinaldo consiste en un dulce, una fruta, un vaso de agua ó un regalito cualquiera insignificante.
Frisaba ya en los veinticuatro años, y harto de aquella vida, y ansiando ver mundo, pidió la bendición a sus tíos, quienes se la dieron acompañada de algún dinero, y tomando además armas y caballo, salió de Vesci a buscar aventuras y modo de mejorar de condición. Como Mutileder tenía tan hermosa presencia, y era además simpático y alegre, por todas partes iba agradando mucho.
¡Eso es cierto! dijo Blanca con aire soñador. Pronto, y a sus expensas, supo el señor de Pavol, que si las mujeres hechas no valen nada, menos valen aún las jóvenes, pues pisotean sin pestañear las ideas de sus padres y sus tíos. El lunes, me levanté lo más contenta. Había soñado esa noche con Pablo de Couprat, y me desperté lanzando un grito de alegría.
Por su próximo parentesco, por habitar bajo el mismo techo, y por la alta estimación que merced a su aplicación y talento había logrado Tristán inspirar a sus tíos, parecían destinados el uno para el otro.
Y el Tato, con su impetuosidad escandalosa, decía a gritos: ¡No hay justicia en el mundo! ¡Esto se ha de arreglar! ¡Mire usted que morir de hambre una criatura en una casa donde corre el dinero y tantos tíos se visten de oro...! Cuando se llevaron al muertecito camino del cementerio, pareció que el claustro quedaba abandonado. Toda su vida se reconcentró en la casa del zapatero.
«Sí, esta es la tercera o cuarta cama en que duermo... De chiquita... no hago memoria... ¡Ah, sí! Mi madre era rubia, muy guapa: siempre estaba trabajando con almohadillas, encajes y alfileres...; el pelo como el oro, la voz dulce...; debió de ser muy desgraciada. ¡Por qué no habrá vivido mi madre! Luego he dormido en casa de los tíos. ¡Pobrecillos, nunca les abandonaré!
Antes que las ramas y plantas que lo cubran hayan retoñado, Pablo la habrá olvidado y antes de que las hojas tengan tiempo de marchitarse otra vez, habrá vuelto al Pavol y... Sonrió expresivamente, y se marchó sin terminar su frase. Yo le miré alejarse sorprendida, pensando que son muy originales los tíos que predicen el porvenir con tanto aplomo.
Palabra del Dia
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