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Este nefando tráfico no era nuevo entre los pérfidos judíos; en el primer tercio del siglo IX los israelitas de Francia, codiciosos como todos los de su raza, alentados por los escesivos privilegios de que gozaban, lo habian introducido en España vendiendo en la corte de Al-hakem I muchos párvulos robados allende el Pirineo, despues de ejecutar en ellos todo género de maldades y torpezas . Habiendo estos crímenes retoñado despues de la conquista, con ocasion de vivir juntas dentro de Córdoba gentes de tan opuestas religiones, tuvo que mandar severamente el pontífice Gregorio IX al obispo en el año 1239, que obligase á los judíos á traer siempre una señal pública para que en el trage se distinguiesen y fuesen conocidos de los cristianos, segun lo habia dispuesto el Concilio Lateranense.

Para acortar distancia, desde luego, evitando la polvorienta curva del camino, marchó en línea recta a su chacra. Llegó al riacho y se internó en el pajonal, el diluviano pajonal del Saladito, que ha crecido, secado, retoñado desde que hay paja en el mundo, sin conocer fuego. Las matas, arqueadas en bóveda a la altura del pecho, se entrelazan en bloques macizos.

Antes que las ramas y plantas que lo cubran hayan retoñado, Pablo la habrá olvidado y antes de que las hojas tengan tiempo de marchitarse otra vez, habrá vuelto al Pavol y... Sonrió expresivamente, y se marchó sin terminar su frase. Yo le miré alejarse sorprendida, pensando que son muy originales los tíos que predicen el porvenir con tanto aplomo.

Tales fueron, durante algún tiempo, sus pensamientos. La maledicencia y la calumnia se cebaron en ella. Quién dijo que no era buena, sino pecadora a escondidas; quién que por avariciosa se hacía deseable, para venderse cara; quién, llegando hasta el colmo de la infamia, afirmó que Safo había retoñado en ella: lo cierto fue que nadie pudo probar acusación alguna.

Lo primero que pensó fue cómo había retoñado tan de repente la infame planta del odio que ella creía seca y muerta, o al menos moribunda. Le miraba, y mientras más le miraba, peor... Se volvió del otro lado respondiendo con sequedad: «Nada». ¿Sabes lo que dice la tía?... oye... La opinión de la tía aumentaba la malquerencia de la sobrina y el vivo deseo de perder de vista a su marido.