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Actualizado: 23 de junio de 2025


La muchacha, nada tímida, al ver su abandono, vendió las joyas que le había regalado el amante y se presentó con su hija en Cádiz. Menchaca estaba en Filipinas; Hortensia fué a Filipinas, encontró a Menchaca y le obligó a casarse con ella. Menchaca era un hombre exaltado, brutal, atrevido, con ideas geniales, capaz de cosas buenas y de cosas malas.

El aspecto del dormitorio no había cambiado desde la noche de su fuga. No qué otros recuerdos se le ocurrieron; pero, de repente palideció, estremeciose y escuchó con el corazón palpitante y con la mano en la puerta; acercose al espejo, y entre tímida y curiosa, separó las trenzas de rubio cabello, de su sonrosada oreja, descubriendo una fea herida no bien restañada todavía.

Los huesos de la muerta habían debido temblar cuando la compasiva mano colocaba la blanca ofrenda. Y él, temblando también, lloraba de gozo secreto, de gratitud desbordante, de tímida esperanza. Así, él vivía en la memoria, en el corazón de aquel ser adorado.

Hay otra llamada María del Socorro, de la misma edad que Maximina, muy dulce, muy tímida; cuando las niñas enredaban en su clase, no teniendo ánimo para reñirlas o castigarlas, se echaba a llorar.

El perfume de sus pañuelos la embriagaba, deslumbrábale el brillo de sus joyas, y las palabras lisonjeras, insinuantes, con que la envolvía sin cesar arrullaban dulcemente su corazón virginal. Según trascurría el tiempo iba perdiendo paulatinamente aquel humor chancero. Se había hecho más grave, más reservada y tímida. Creció asimismo su susceptibilidad hasta lo indecible.

Vino, , varias veces; pero casi no era idea aquello: era una percepción confusa, una esperanza tímida y como recelosa. Por último, ya llegó á pensar, á pensar verdaderamente en esto. Una percepción confusa, dijimos, : esta percepción la ocupaba constantemente. Lázaro iba á ser su marido.

Muda, con una mirada tímida y suplicante, Gertrudis deja hacer; y cuando él siente entre sus manos ese pie suave y fresco, lo asalta un vértigo, lo invade un deseo ardiente y loco; se agacha y posa sobre él su frente ardiente. ¿Qué haces? exclama ella. El se incorpora... Sus miradas se cruzan llenas de embriaguez, y, lanzando un grito furioso, caen en brazos uno del otro.

La gente arremolinábase en las entradas, y allí fue donde doña Manuela se dio cuenta por primera vez de la molesta persecución que sufría. Había sentido varias veces una tímida mano deslizándose más abajo de su talle; pero ahora era más: era un pellizco desvergonzado lo que venía a atormentarla audazmente en sus redondeces de buena moza.

¡Oh! tía Liette, tía Liette... Y rompió a sollozar... Aquel era el peligro previsto y temido; la hija del comandante encontró toda su energía para hacerle frente. Vamos a ver, hija mía, ¿qué hay? preguntó con su dulce firmeza. ¡Va a batirse! La joven, tímida, no se atrevía a pronunciar su nombre; pero no había necesidad. ¡Oh! los presentimientos de las madres...

Mauricio vió en un momento la composición de un cuadro y prolongando su sensación artística, examinó á su gracioso modelo, detallando su fino cuerpo, sus hombros redondos, su cabeza orlada de cabellos rubios que un rayo de sol hacía brillar como un nimbo de virgen. El pintor pensó: "Es bonita como un ángel y tímida y adorable en su cortedad.

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