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Actualizado: 11 de junio de 2025
De día, por lo menos, adonde quiera que volviese los ojos, veía algo que le hablaba de ella, y volvió a verla como tantas veces la había visto, bañada por los últimos reflejos del sol, contemplando inmóvil el mudo espectáculo de la puesta del sol; y contenía la respiración y el paso, como antes en presencia del cuerpo viviente, temeroso de verla desvanecerse, de perderla. ¡Y había desaparecido, se había desvanecido, la había perdido! ¡Cuántas veces le había oprimido el corazón ese sentimiento de pavor! ¿Era aquel un ser hecho para la vida terrenal? ¡Cuántas veces la había oído decir, hablando de lo futuro, de lo que debía hacer tal día: «¡Sí estaré todavía en el mundo!...» Y Vérod se detuvo sin poder ver nada más, los ojos cargados por el llanto, y su dolor era tan agudo e inefable, que casi se convertía en una mortal voluptuosidad.
Nos sirven una buena sopa, un plato de gallina, dos entremeses, una botella de Burdeos inferior; y al llegar á los postres, el elegante garçon entra con una batea llena de primores: porciones de manteca, ruedas delgadas de salchichon, peras, ciruelas, rábanos muy pequeños, dulces y otras curiosidades. Nosotros nos imaginamos ver abiertas las puertas del paraíso terrenal.
Pronto la niña será mujer. ¡Cuál no será tu alegría cuando veas que su entendimiento comprende todas tus ideas y su corazón todo tu amor! »Entonces tendrás ya una amiga, una confidente, una compañera: más que todo eso, porque ningún sentimiento terrenal podrá mezclarse con ese amor mutuo que habrán de profesarse padre e hija.
Si se llega a ganar la simpatía y el apoyo del Patrono o Patrona cuya mediación se implora, se puede conseguir todo, tanto en lo que concierne a nuestra vida terrenal como a la futura.
Y finalmente, por no ser molesto en esta descripcion, digo que es el mejor temperamento, y mas benévolo que se halla en toda la América, porque parece un segundo paraiso terrenal, segun la abundancia de sus arboledas, ya de cipreses, cedros, pinos de dos géneros; ya de naranjos, robles y palmas, y abundancia de diferentes frutas muy sabrosa: y es tierra tan sana que la gente muere de puro vieja, y no de enfermedades, porque el clima de aquella tierra no consiente achaque ninguno, por ser la tierra muy fresca, por la vecindad que tiene de las sierras nevadas.
Ahora todo eso estaba iluminado por los rayos de la aurora que doran el cielo de la infancia, pero más entrado el día de la existencia terrenal, pudiera ser fecundo en torbellinos y tempestades. La educación de la familia era en aquellos tiempos mucho más severa que ahora.
Antojábaseme al verla tan diáfana y luminosa que no era una criatura terrenal, sino un espíritu que, revistiendo por un instante la forma humana, había descendido en el rayo de la luna, dejando en el aire y en pos de sí la azulada estela que desde el alto ajimez bajaba verticalmente hasta el pie del opuesto muro, rompiendo la obscura sombra de aquel recinto lóbrego y misterioso.
Me gusta verte así. ¿Hay nada más hermoso que la muerte? ¡Morir, acabar de penar, desprenderse de todas estas miserias, de tantos dolores y de toda la inmundicia terrenal! ¿Hay nada que pueda compararse a este bien supremo?... ¿Concibe el alma nada más sublime? ¿Y después? dijo Fortunata, que aun sabiendo con quién hablaba, oía con mucho gusto aquella manera de considerar la muerte.
No en balde estuvo el Paraíso terrenal en el Asia. En la Grecia antigua, las cortesanas y también las castas matronas apetecían los zapatos venidos del Asia, zapatos al parecer preciosos, adornados con pinturas de mucho mérito y figuras cinceladas en metal.
La completa placidez de su temperamento vedaba todo extremo de entusiasmo a su alma: algo había en aquella niña del reposo olímpico de las griegas deidades; ni lo terrenal ni lo divino agitaban la serena superficie del ánimo.
Palabra del Dia
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